visitas desde el 23/07/2008

sábado, 29 de noviembre de 2008

Misterios cotidianos


La vida está llena de misterios que nos rodean, y no me refiero a las pirámides o la santísima trinidad, me refiero a misterios cotidianos que, por cotidianos, nos pasan desapercibidos. El microondas, el mando a distancia, las gafas de visión nocturna, el móvil, los índices de audiencia televisivos…Eso sí que es un misterio.
A ver cómo demonios saben ellos cuanta gente ve un programa. ¿Es que las televisiones emiten una señal que retorna información a las cadenas? Algo leí sobre el share, pero de todos modos ¿cómo saben cuanta gente está viendo el programa?, ¿es acaso la televisión un aparato diabólico de funcionamiento recíproco?…Es decir, que si tiene algún artefacto secreto incorporado por el cual pueden ver, desde algún sitio, a una familia viendo un programa.
No se queda ahí la cosa, estamos rodeados de misterios de todo tipo; tecnológicos, casuales, religiosos, interpersonales, fisiológicos e incluso mentales. Estos últimos son los más desconcertantes. Hace poco sufrí, durante horas, uno de ellos.
De repente, una tarde, fui victima de una amnesia numérica. Sí, se me olvidaron las cifras más importantes de mi vida. Las verdaderamente importantes digo; no la fecha del aniversario de mi boda, el santo de mi suegra o el día de navidad. Veras…me di cuenta en el video club. Había bajado a alquilar una peli porque estaba aburrido en casa y cuando la chica me preguntó por el número de socio…joder tío, que no me acordaba a pesar de que llevo repitiéndoselo años. Buscando una solución, me preguntó el número del dni, pero que va, tampoco me acordaba, y eso que hace décadas que lo memoricé; en aquellos lejanos tiempos en que rellenaba una solicitud un día sí y otro también.
En vista de la imposibilidad de alquilar una peli decidí cambiar de planes e ir a tomar un cubatilla, para lo cual tenía que sacar dinero en el cajero de enfrente. Como ya habrás imaginado, tampoco me acordaba del número de la tarjeta. Uffff, mi desesperación iba creciendo por momentos, así que saqué el móvil y me dispuse a llamar a algún amigo para contarle lo que me estaba sucediendo y de camino pedirle prestados treinta euros, pero el puto aparatejo me pedía el pink para poder hablar y como es de imaginar tampoco me acorbada…Allí de pie, totalmente paralizado, miré el videoclub, el cajero, el pub y el teléfono y supe que mi vida se había bloqueado misteriosamente. No obstante, aún podía hacer algo aquella tarde. Me fui a casa y tuve una interesante conversación con el tío ese de las estadisticas que me estaba vigilando al otro lado de la tele para ver que programa estoy viendo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Je, je... ¿Y de las contraseñas de internet que me dice?

Yo me he negado durante años a memorizar mi DNI, pero un día resultó que me lo sabía y ya no lo he podido olvidar.

Y lo de las audiencias televisivas se calcula a partir de un puñado de hogares que tienen instalado un aparatito. Lo que ven esos hogares se extrapola con métodos estadísticos similares a los que se usan en las encuestas demoscópicas.

Pero seguramente ya lo sabías :)

Anónimo dijo...

Sí, eso había leído, pero no deja de resultarme extraño eso de calcular los índices de audiencia. ¿Les pagarán algo por dejarse instalar el aparatito? ¿o les regalarán una tele? Saludos.

terry dijo...

Saludos Juan, creo que todavía somos jóvenes para que nos ataque eso, pero muy a pesar de nuestra viveza, cada día nos toman el pelo.

juanma medina dijo...

Saludos Terry. Veras,yo procuro tomármelo con humor, pero claro que nos toman el pelo; incluso institucionalizadamente y con todas las de la ley.

Anónimo dijo...

aunque se te olviden los números de tu vida...la vida de tus números...yo no me olvidare de ti...
besos

Anónimo dijo...

Señorita Leonor, cualquiera que te lea va a pensar que tú y yo hemos tenido tema ¿De dónde has sacado esa cita que tanto compromete?jajajajaj