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martes, 31 de julio de 2012

Encriptaré el blog en septiembre

Os comunico que, por lo expuesto que es para mí   haber llegado a ser conocido el blog entre lectores y ámbitos inadecuados, en septiembre voy a encriptarlo. Si alguien está interesado en seguir con su lectura, tendrá que solicitármelo en un breve protocolo que saldrá al intentar abrirlo y yo daré autorización. Saludos

jueves, 17 de mayo de 2012

Y venga flamenco, muchacho

Mira, Juanma, yo he visto cosas que si te contara...bueno te puedo contar algunas, pero no doy nombres. Ya ves tú, tendría yo dieciséis añetes y ya estaba de camarero en los mejores sitios. A mí me dejaban billetes de veinte duros de propina en el bolsillo de la camisa un montón de veces a lo largo de la noche, en las partidas de cartas de los salones más selectos. Y allí he llegado yo a ver fajos y fajos de billetes encima de la mesa, y pensaba...madre mía si yo pudiera...Bueno el caso es que allí estaba la creme de la creme y te aseguro que sólo con las propinas ganaba yo más, en cuatro horas, que el resto del día detrás de la barra. Gente de pelas; uno de ellos era un abogado de Madrid que venía en helicóptero para la montería, y no sabes como corría el vicio. La primera vez que vi yo la droga fue allí, y no te hablo de simples porretes. A otros les traían las mejores nenas de Mestanza y se las ponían a cada lado de la mesa de juego y luego a la habitación y yo decía...cabrones con lo que debe costar eso. Eso sí era lujo; unos Mercedes de aquellos grandes, y unos Dodge dart que se te caía la baba. Yo les traía las barajas porque, como sabrás, no repetían dos partidas con la misma. Quinientas pelas cada una, ¡qué ya estaba bien pagada! y otras quinientas que me metían a mí en el bolsillo, mínimo cuatro partidas...una pasta que llevaba yo a mi casa cada noche de montería. Luego se bajaban al restaurante y se ponían hasta el culo del mejor vino y de las mejores raciones, y venga flamenco. Yo no tenía ni que cobrarles; yo les daba la nota para que la firmaran y luego el hotel se lo cargaba en la cuenta. Uno de ellos me firmaba justo debajo del total, sin dejar hueco y yo un día le pregunté que por qué hacía eso.

-Pues mira, chaval, prefiero darte a ti otra propina, (y en ese momento me metía otros dos billetes de veinte duros en el bolsillo) antes que dejar el hueco para que el de la oficina añada mañana tranquilamente lo que le dé la gana; para eso te lo llevas tú que estás aquí aguantándonos.
Y yo decía: sus huevos ahí.

A última hora se cruzaban a Los Velones. Eso sí que era un lugar selecto para tomarse una copa tranquilo. De hecho no todo el mundo podía entrar. Abrían el ventanuco y después de mirar te admitían o no, como en los locales de la mafia. Los vasos los fregaban y los secaban de uno en uno, y las copas te las ponían con tranquilidad, sin permitirle a nadie que metiera  prisas. Yo he visto allí nenas de esas que llevaban de gancho parta alternar con la gente esta de pasta, y stripteases y de todo...y venga flamenco; allí cantaba lo mejor de la provincia. Si yo te diera nombres...pero uno es profesional y discreto.




jueves, 10 de mayo de 2012

Estos días

Estoy de baja, tengo un viejo esguince en el pie que de vez en cuando reaparece sin motivo aparente; puede ser a causa de mi pie cavo, del ojo vago o del lumbago...vete tú a saber. El caso es que este mes voy a cobrar menos dinero porque la reforma laboral de Rajoy penaliza económicamente las bajas. Yo tengo la hipoteca pagada y no tengo bocas que alimentar, pero el que tenga ambas cargas le va a mentar la madre al señor este de las gafas al que hemos votado para enmendar los desaguisados de cetapé, al cual, para nuestro estupor, parece tener como asesor. Ojalá dentro de un año tengamos que decir ...ah, mire usted, resulta que el señor éste, que tiene pinta de haber sido el tonto de la clase, llevaba razón porque los sacrificios que nos impone (por no decir las burradas) han dado su fruto...pero me da a mí que nasti de plasti. Verás tú que divertido va a ser ver a enfermeras contagiando gripes en los hospitales, maestros afónicos dando clase o a policías escayolados protegerte de un atraco, porque tienen hipotecas e hijos y no se pueden permitir una baja. Yo voté a estos señores para otra cosa.

Los amiguetes, bueno...digamos los viejos amiguetes o simplemente conocidos afines (con 47 años algo me chirría al pronunciar la palabra amigo. ¡Ha visto uno tantas cosas!), vienen a hacerme una visita porque yo los he llamado, por puro aburrimiento, a causa de las muchas horas aquí metido y no hacen otra cosa que zamparse tres gin tonic, poner cara de satisfacción porque les he comentado que tengo todos mis ahorritos, que no son muchos, en Bankia y luego largarse después de decirme que tengo el piso bien decorado. Cosa rara esto de los “amigos”, ya te digo. En la tele no dejan de decir que ha quebrado la entidad mientras en el móvil ya he recibido varios mensajes publicitarios de Bankia en los que me animan a ingresar más dinero diciendo que ahora dan premios por hacerlo y a mí me da una risa floja bastante poco graciosa. Y yo aquí sin poder moverme, precisamente ahora que hace sol y calorcito. Manda cojones.

viernes, 4 de mayo de 2012

Frivolidades, las justas por el momento.

¡Oh maravilla!, por ahí he leído que el gran Sardá vuelve a la televisión. Sí, ese muchacho que empezó repartiendo gallifantes en los años ochenta y que acabó haciendo de la televisión un circo de homosexuales locas haciendo el payaso, un espectáculo de gente insultándose y agrediéndose y una cancha en la que humillar y reírse de friquis y paletos de todo pelaje, al más puro estilo del típico señorito ridiculizando, con sus amiguetes, a cuatro desgraciados y otros tantos “mariquitas graciosos” con los que divertirse, incluso yendo a recogerlos en limusina a  barrios obreros y suburbios.  La homosexualidad, a mi parecer, no es ese espectáculo indigno que nos ofrecía este individuo.

Si quieres te doy la lista de algunos de sus personajes “ensalzados” como Tamara luego Ambar, Arlequí, Toni Genil y  Dantés. Otros había que resultaban la mar de pedagógicos, encargándose de enseñarnos a dialogar respetuosamente de la manera más pacífica, como el tal Kiko Matamoros y su hermano, los cuales aparecían reconociendo que se ponían de coca hasta las cejas y haciéndose publicidad blandiendo un bate de béisbol.  Aquello fue todo un fenómeno, y me consta que bastante menos inocuo de lo que nos parecía, inundando todos los canales de mal gusto y de personajes descubiertos en "crónicas marranas"; y no digo marranas precisamente porque se vieran tetas, aunque incluso a la discoteca de mi pueblo vino Dinio enseñando el pito y la bruja maruja poniendo velas negras. No había manera de librarse de semejante engendro del que el catalán parecía estar tan orgulloso.

El único que por entonces dijo algo al respecto fue Sabina que, a pesar de no ser precisamente un dechado de virtudes, tuvo la decencia de abominar en público del ínclito Sardá, aunque a lo más que llegó fue a preguntarse dónde había ido a parar su talento.
He oído decir a alguien de mi entorno que habría que prohibir, por decreto ley, que el tal Javier se acercara a un plató de televisión, pero sería la manera perfecta de convertirlo en un héroe victima de la intolerancia y de la ausencia de libertad, así que no se me ocurre otra cosa mejor que cambiar de canal o exigir un decreto ley contra la falta de respeto y de ética en los medios de comunicación, sobre todo si es de esa forma tan descarada.

Sinceramente, no creo que al catalán éste, que se forró como para vivir como un marajá tres vidas, tenga la necesidad de volver a la carga por dinero, y por otra parte no me parece precisamente ahora el mejor momento para semejantes frivolidades. Espero que si sigue en la misma línea, los índices de audiencia den cuenta de él, pero claro, de nuevo me asalta la duda de siempre: ¿no será que tenemos lo que nos merecemos?










lunes, 26 de marzo de 2012

Queridos camaradas


Los albores de la democracia llevaban incluidos los últimos coletazos del franquismo en muchos de sus aspectos. Hoy día parece parece mentira que ocurrieran aquellas cosas y que salieran impunes sus artífices. Me refiero a los castigos físicos en la escuela. No digo yo, ni mucho menos, que lo correcto sea esa actitud errónea, fomentada durante la logse en estos últimos tiempos, merced a la cual el niño es un semidiós al que hay que alabar, llevar entre algodones y darle todo lo que pide para no traumatizarlo. Ni Don Pedro ni pedrín. Pero aquello que yo conocí, señores, eran torturas permitidas e incluso tenidas por eficaces. Muchas son las personas que opinan que un buen cachete a tiempo evita muchas tonterías, pero a lo que yo me refiero es al recochineo, al sadismo y al gozo con el que bastantes de los maestros que yo tuve, en los años setenta, aplicaban su idea de la educación.
Los había que eran simples bestias que hacían que te tragaras las pizarra de un guantazo sólo por decirle el nombre de un reptil cuando te preguntaba los anfibios, tal era el “método pedagógico” de semejante energúmeno. Existe el mito sobre uno que cogió de las orejas a un alumno y así lo tuvo suspendido por la ventana de un primer piso, pero esto más bien parece una de esas leyendas urbanas de las que todos han oído hablar y que realmente nadie ha visto directamente, no obstante yo sólo cuento los que he presenciado.

Había otro que con sumo placer te sentaba en su regazo bocabajo y te aplicaba lo que él llamaba, con “fina ironía”, “la silla eléctrica”, que consistía en un lote completito de golpes en las posaderas desnudas con uno de esos palos que ellos llamaban palmeta. Porque esa es otra, las palmetas disponían de nombres rimbombantes que a estos señores les parecían graciosos y que, muy simpáticamente, te recordaban con una sonrisa bastante poco graciosa. Que yo recuerde algunas de estas palmetas se llamaban “la sinforosa”, “la justiciera”, “la silenciosa” y “la pica-pica”. Maravillosos instrumentos estos con los que estos maravillosos docentes aplicaban su didáctica destrozándonos las palmas de las manos y los dedos, a la vez que te apartaban con un empujón en la barriga mientras agarraban tu mano bien colocadita antes de volver a golpear de nuevo al quejumbroso alumno que se retorcía de dolor y tiraba con todas sus fuerzas para sacar la mano de aquel potro de tortura.
Recuerdo la heroicidad de los alumnos que permanecían impasibles para mostrar su valentía ante los demás y las fórmulas de ajo y distintos mejunjes con los que se suponía que dolería menos el maderazo y que no servían para otra cosa que dejar un desagradable y permanente olor en los lápices y en los cuadernos.
Pero no todos eran tan primitivos con los castigos, claro que no; los había que experimentaban novedosos y sutiles métodos con los que infringir dolor con elegancia. Uno de ellos inventó una especie de capirote, mezcla de coscorrón y pellizco, que iba perfeccionando día a día con la práctica, ya que cada día era más agudo e insoportable el dolor que provocaba. Ese mismo, para nuestra desgracia, patentó otro sistema manual con el cual posaba sus enormes y peludos dedos sobre tu frente y en un doble movimiento preciso y contundente te golpeaba sucesivamente con los dedos y con el hueso que hay bajo el pulpejo de la mano. Acabó siendo un temido golpe magistral con denominación de origen.
Recuerdo el olor a meados en la clase por la falta de higiene y por lo propio que ocurre cuando te llenan el cuerpo de miedo y golpes. Hay quien los justifica diciendo que esos hombres se preocupaban por enseñarnos y que aquellos tiempos eran así, y que no hay que juzgarlos con nuestro punto de vista actual, y hay quien afirma que a ellos les dieron en su momento una buena torta y no les ha pasado nada, pero a mí nunca me ha parecido coherente este comentario cuando recuerdo sus sornas y sus castigos aleatorios y desproporcionados, en los que estaban más interesados que en buscar una manera mejor de enseñarnos.
No sé si algún comentario ha provocado en ti alguna evocación que te haya hecho sonreír en algún momento de la lectura de este texto, pero te aseguro que no ha sido mi intención, sobre todo porque cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia
.

martes, 6 de marzo de 2012

Una no tiene tiempo pa na


Si es que yo no tengo tiempo pa na...¡cómo me voy a acordar de ti!, es que tienes una cosas...Claro que me lo paso bien contigo, pero yo es que tengo la vida muy complicada. Para colmo no me salen más que problemas. Hace unos días me quedé sin coche y sin una buena pasta porque se lo tuve que llevar al mecánico para que le arreglaran los calentadores; con la falta que me hace para ir al pueblo y para bajar al bulevar como tú bien sabes, pero es que ahora se me ha roto otro calentador, esta vez el del agua, ya verás...otro pastón y encima lavándome con agua fría, así es que entre unos calentadores y otros no me vengas también tú con calentones, que ya tengo yo bastante.
Y a mi madre no la puedo yo dejar sola con mi padre porque es que la mujer ya no puede con él y mi hermano es que ni asoma...porque como yo soy mujer pues abusa de mí. Encima al nene, que esa es otra, me lo tengo que dejar solo muchas veces, que los hombres cuando os separáis os quedáis muy a gusto, haciendo lo que os da la gana, que conozco yo a algunos que viven de escándalo, en unos apartamentos la mar de bien puestos...vamos, que ni les falta detalle. Luego que si la depilación, que si la peluquera...que mira lo que me ha hecho, que le parezco a la cantante de Mecano, pero yo me veo mona, no sé que te parece a ti. Uy y la dieta…que según la báscula se supone que he perdido dos kilos y medio y sin embargo el abrigo sigo sin podérmelo abrochar y la ropa del verano pasado me sigue estando estrecha. El único ratillo que pilla una es para ir a bailar una vez en semana y a veces ni eso, con lo que me gusta a mí ese baile tan sensual que el tío te mete la pierna aquí y tu haces así...y así ¿ves?. Yo lo que quiero es un hombre que me haga las compras y me ponga la mesa, porque una no tiene tiempo pa na...¿cómo me voy yo a acordar de ti? ¡ni del municipal, ni del de Madrid, ni de ninguno!

viernes, 2 de marzo de 2012

Vivo en armonía con mi entorno


Yo vivo en armonía con mi entorno. Lo que pasa es que mi entorno, exceptuando el centro laboral, no es otra cosa que la avenida que hace esquina con mi calle. Ahí está el supermercado al que voy a comprar y la misma señora con la que suelo coincidir en la caja y que suspira y repite a menudo aquello de que antes con cinco mil pesetas te llevabas el carro lleno y ahora con cincuenta euros no da para nada. Y estoy de acuerdo con ella en que los euros han sido una ruina.Al otro lado de la calle están el pub y el restaurante, con menú del día, de los que no salgo ni a martillazos. La cocinera ya es como mi mujer, me da de comer casi todos los días y se me enfada si llego después de las tres y media, pero nunca se niega a prepararme algo por tarde que sea. El camarero, que se llama Adriano, me canturrea, cuando me ve entrar, la cancioncita esa que yo le enseñé una tarde que me tomé la confianza y un par de cubatas más de la cuenta. Esa de su tocallo Adriano Celentano que dice...Chi non lavora non fa l'amore.
Me da pereza coger el coche de un tiempo a esta parte y la verdad...estoy tan a gustito y tan seguro que no necesito más. Leo la prensa en el rinconcito privilegiado del pub que está frente a la tele y que te permite tener una perspectiva privilegiada a la vez que pasar desapercibido. Lo malo es que en verano es un rincón infernal en el que no llega el aire del climatizador.
Una vez incluso fui famoso en mi entorno, y la calle entera habló de mí durante los días posteriores a llevarme los novecientos euros de la porra con bote del Jelo. Pago religiosamente mis copas, como un señor, y salvo en contadas ocasiones, no me tomo las confianzas más de la cuenta. Me aparto con disimulo de los gritones, agresivos y, en general, de la gente de mal gusto, de manera que he desarrollado, cual animal de jungla, un sentido bastante desarrollado para reconocer la fauna potencialmente nociva y las situaciones con cierto aspecto de desagradables. Sé cuándo y con quién tengo que callarme y también cuándo puedo hacer una disertación con la que desquitarme. Sigo sorprerdiéndome con las chiquilladas propias de los adultos, como las que hace el vecino de enfrente que es corresponsal del Jaén y que se da la vuelta para no toparse conmigo desde que le dije que iba a presentar mi libro. Paso más desapercibido que nunca, no me como una rosca ni pagando y creo que hay quién incluso me tiene aprecio, pero por encima de todo estoy convencido de que todo hay que hacerlo con elegancia, y palabra que lo intento.

viernes, 10 de febrero de 2012

Día, hora y lugar de la presentación












Tengo el gusto de comunicaros que el acto de presentación del libro "A la bin, a la ban...a la bin bon ban" tendrá lugar el próximo sábado 25 de febrero en el Aula Magna del Palacio de los Niños de Don Gome. A las 17 horas 45 minutos. Quedáis invitados a este evento que espero sirva para que podamos volver a vernos y para pasar un buen rato.

sábado, 28 de enero de 2012

A la bin, a la ban...a la bin bon ban









Bajo este título algo naif os presento el libro que recoge la selección de relatos y artículos que habéis ido leyendo durante estos años en este blog, que es vuestra casa. He querido dejar constancia en formato físico parte de este trabajo que acaba de salir de la imprenta y que estará a la venta el próximo miércoles, día 1 de Febrero. De momento sé que estará en la librería Kiki de la Corredera Capuchinos y en El Cafetal en cuanto a Andújar se refiere. En Jaén estará en la librería Luipe. Ya os informaré sobre el acto de presentación que aún no tiene fecha ni lugar, pero que será en breve. Me encantaría veros allí. Quienes decidáis adquirirlo o simplemente echarle un vistazo veréis que se trata de una edición de gran calidad ilustrada por Manuel J. Iniesta y prologada por Oderfla. Un saludo a todos.