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miércoles, 9 de enero de 2013

Ponerle cara a todo

Esto de la crisis ya causa incluso alucinaciones. Es inevitable ver crisis por todos lados y es normal ponerle cara a las cosas y yo, últimamente, miro a mi alrededor y veo un alemán enorme, rubio y con aspecto sádico, detrás de cada uno de nosotros. En los bares, en las aceras, en las manifestaciones, al lado de Toxo y Méndez, en los estancos, en los botellones, en los programas basura de la tele, en los documentales de la dos, en las tiendas de chinos, en el Carrefour, en la desesperación de un padre que no encuentra trabajo, en la famosa champions league de cepaté (no te podemos olvidar),...un alemán detrás de todo incauto españolito, asiéndolo humillantemente del cogote con una mano y expoliándole el bolsillo con la otra. Un alemán de esos que perdieron las dos guerras mundiales anteriores y que ahora se vengan, porque, en definitiva, esto es una guerra y ¿qué es una guerra?..pues la aniquilación de todo; ahora no te tiran bombas, pero te desahucian, te despiden, te ignoran, te cobran por pedir justicia, te acorralan, te arrebatan el pan y la sal y les da igual que te suicides...es más, te ponen la cuerda para que te cuelgues y lo justifican o te hacen sentir culpable por haber votado a los anteriores manirrotos...y dado que  "El tío la vara" no aparece,  así va a seguir siendo hasta que nos revolvamos contra el alemán y los que permiten esto, dándole un golpe en los mismísimos y diciendo...quita ya cojooooooooones.

Y ahí no acaban las alucinaciones; también veo la cara de muñeca parlante y diabólica de la Merkel y me acojono, también veo ese semblante lleno de humanidad de la Cospedal, esa alternativa eficaz de Rubalcaba y ese brillo de inteligencia en los ojos de nuestro actual presidente y una corriente de euforia me recorre el cuerpo...ya ves tú.



domingo, 6 de enero de 2013

Una china en una boutique

Ya lo había observado en otra ocasión, pero esta vez me ha llamado la atención por lo evidente del asunto. Una china en una boutique de marca mirando ropa a destajo. Por favor que clientela más exigente, piensa uno en un primer momento cuando la ves escrutando, detalle por detalle, las prendas a una velocidad vertiginosa, sin pausa y sin dejar nada atrás; las etiquetas, las costuras, la textura, los bordados, los bolsillos...es que no se le escapaba nada, un trabajo de chinos oye, y al final se va sin comprar nada. Supongo que en una boutique menos concurrida o a una hora menos visitada, los mismos dependientes harían algo ante la evidencia de esas escuálidas ojeadoras asiáticas que después van a imitar la prenda en una versión de entre tres y cinco euros.
Pasado el momento divertido de la escena, uno reflexiona con la Lola, que lo estaba observando también y cae en la cuenta de varias cosas. En primer lugar, y puestos a pensar, ¿qué me importa a mí que le copien la colección a un diseñador que vive en una mansión y que goza de prestigio vendiendo prendas a precios imposibles? Como muchos españoles, yo también visito las tiendas de ropa de chinos y, a pesar del reparo que me da el olor a plastiqueo y falsificación, me siento atraído por los precios razonables y asequibles. Joder ¿es que sólo los chinos tienen sentido común últimamente? Lo malo es que junto con los precios que nuestra economía en crisis agradece, sin darnos cuenta, están importándonos pobreza y falta de derechos. Un círculo vicioso imposible de reconducir. Se me ocurre que cada vez que un chino entre en una boutique reciba un trato personalizado de todo el personal ofreciendo ayuda y asesoramiento agobiante para agobiar a los ojeadores de una forma cortés para dificultarles de alguna manera este descaro, pero ¿de veras es mejor para mí?