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viernes, 27 de junio de 2008

Año y medio


Según no sé que estudios de no sé que universidad, el enamoramiento es un proceso químico y hormonal que tiene caducidad. Se estima que el tiempo medio de duración es de un año y medio, tras el cual sobreviene la rutina y el declive. A ver…analicemos los pros y los contras de tal afirmación. ¿Se supone que toda relación que sobreviva a este periodo lo hace sin amor? ¿A qué da paso esa circunstancia en una relación? Es desesperanzador, pero posiblemente esto dé explicación a muchas cosas que entendemos como simples fracasos.
Lucía Etxebarría aseguraba en “ya no sufro por amor” que estamos condicionados y programados para el sufrimiento y la dependencia emocional, que las mismas canciones que hemos escuchado y amado desde siempre se han encargado de que así sea con letras como “no puedo vivir sin ti”, “moriré si te vas”, “sin ti mi vida es gris” y otras exquisiteces por el estilo. Imagino, según estas teorías, la balada perfecta diciendo: “lo que siento por ti es una reacción química fungible” y también oigo en mi cabeza el bolero correcto expresando: “no digas ni pío que me coartas” o “si follas con otro lo comprenderé”...
Esta señorita, después de haberse enrollado con el ciento y la madre de tíos que le han hecho llegar a esa conclusión, propone vivir en una especie de desvinculación afectiva sobre la que impere la independencia; como si eso fuera así de sencillo. Ya comentó Gala en alguna ocasión que esta chica está algo rayada, pero lo cierto es que, sin llegar a esos extremos, no estaría mal tomar nota de esos principios, que al perecer ha plagiado de no sé que psicólogo con el que ahora anda de litigios.
Yo comprendo que una mujer que se separa lo primero que piensa es: “¿qué necesidad tengo yo de liarme con otro tío?”. Es más, precisamente al separarse pueden darse el atracón con todos los que quieran sin tener que sufrir los malos rollos de los celos y la rutina. Las habrá que lo hagan y vivan a gusto; yo de estas conozco pocas; más bien conviven con un incómodo vacío del que rehusan desprenderse. Pero las habrá también que se encapricharán de algún maromo, con suerte, durante este año y medio del que hablan los estudios que mencioné anteriormente.
Vale, eso es lo que hay, y yo estoy en pleno proceso de cambiar el chip para adaptarme a esa realidad. Es lo más inteligente. Me voy a enamorar para toda la vida durante un año y medio. Voy a vivir los ardores del sexo, durante ese tiempo con la pareja de turno, si la hay, como si atracara en puerto ajeno cada día. Me voy a olvidar de la fecha de caducidad para que no se me enturbie la relación, voy a hacer cada viaje como si fuera luna de miel, las cenas como si cada noche la tentación bajara a mi apartamento y cuando llegue el momento…a vivir alegremente la jodienda de la ruptura. ¿A que mola? O… ¿Es mejor tener amigas con las que echar un aséptico polvete de vez en cuando?, ¿es mejor divertirse con los amigos, vivir con libertad y recurrir a los puticlubs una vez al mes?,¿sería más adecuado, sobrepasados los cuarenta, encauzar las energías sexuales hacia una vida interior más profunda?, ¿y si me la pica un pollo?
…¿Quién habló de crisis existencial?…con lo fácil que es adaptarse. Lo que no sé es por qué cada día bebo más y me encuentro más inseguro y desmotivado. Precisamente ahora que he entendido la dinámica de la caducidad. Precisamente ahora que cambio, felizmente, de chochete cada año y medio.

lunes, 23 de junio de 2008

Mi distinguido pelo canoso

Ya me han dicho varias veces que tengo el pelo a lo George Clooney. ¿Es una manera suave de decirme viejo?, ¿un piropo que significa maduro interesante?, ¿Una tomadura de pelo?, ¿o una forma de aceptarme en un club inevitable?
El caso es que ahora no dejo de mirar a los tíos de mi edad que tienen el pelo blanco y establezco categorías según les siente de una manera u otra. Tener el pelo canoso ya de por sí supone formar parte de una clasificación. Están los calvetes, los rubios, los pelirrojos, los raros, los morenos y nosotros. De mis observaciones infiero varias conclusiones. Los hay canosos completos, medio canosos, canosos veteados y canosos por zonas. Los hay elegantes, excesivos, desaliñados, melenudos y con aspecto militar. Todos y cada uno de ellos presenta unas constantes. Yo me miro al espejo y me veo más canoso cuanto más me acerco, pero a unos cuantos metros de distancia me veo morenillo. Esto me despista y me crea ciertas confusiones a la hora de asumir mi imagen.
Los canosos completos de pelo cortito y de corte emparejado suelen ser elegantes y visten mucho con el negro. Los canosos melenudos tienen el pelo estudiadamente moldeado por detrás de las orejas y presentan un inconfundible aspecto de patriarca hippie reciclado. Suelen tener gafas y actitud de intelectual trasnochado. Los canosos por zonas suelen empezar a serlo por las sienes y todavía es un simple aviso que no los coloca por derecho en la categoría propiamente dicha y, para terminar, están los veteados. Estos tienen un feo pelo en el que se mezclan por igual cabellos blancos y negros. Suelen ser desaliñados y parecen haberse bajado de un andamio en el que han estado todo el día encalando una pared.
Hay mujeres que dicen que los canosos cuarentones resultan ser unos maduros interesantes. Bueno…yo últimamente procuro explotar mi recientemente asumida imagen, pero no termino de ubicarme en ninguna categoría. La ropa negra no me sienta bien por no ser lo suficientemente canoso, los colores vivos y la melenita tampoco me favorecen por la estructura de mi cara y lo indómito de mi pelo y me niego a la estética insulsa de los veteados.
Si algo caracteriza esta etapa de mi vida es la falta de sintonía con mi indumentaria. No me identifico con nada ni me sienta bien nada. Lo único que puedo hacer es intentar llevar un corte de pelo acertado, pero eso nunca lo he tenido claro. Bien peladito parece que mis facciones se agrandaran y llegado cierto punto me encuentro greñoso y descuidado. ¿Quién decía que eran las mujeres las que tenían problemas con su peinado y con su indecisión eligiendo la ropa? Tendrían que verme a mí.
Ayer pasó un tío en un deportivo negro, con una camisa azul y con un pelo parecido al mío. Y me gustó lo que transmitía. Seguro que ese me daría buenas ideas. Si supiera qué sitios frecuenta me dejaría caer por ahí y lo observaría. Esta tarde ha vuelto a pasar e iba acompañado de una preciosidad treintañera. Este tío ha dado con la solución. Seguro. Presenta un aspecto distinguido, sus gestos son armónicos y su imagen rezuma seguridad y éxito. ¿Será eso a lo que se refieren las mujeres que hablan de lo interesantes que son los tíos con el pelo canoso?
Podría recurrir al socorrido recurso de las marcas. Es algo muy común en tíos de mi edad. Si no sabe uno como afrontar estéticamente el declive, se supone que te aseguras el aire distinguido con prendas que ostentan el cocodrilo o el jinete jugando a polo, pero yo he visto patanes sin solución vestidos con Hilfiger de la cabeza a los pies.
A lo mejor es que tengo demasiado tiempo y me da por pensar en estas cosas…voy a ir a ver si encuentro algo de ropa que me siente bien y seguro que soluciono esta especie de crisis de identidad.