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miércoles, 5 de enero de 2011

Badenes


¿Qué cosas dirías tú que están claramente desfasadas? Posiblemente se te ocurra una nutrida relación y seguramente coincidamos en casi todas, pero hay una en especial que no vas a poder negarme. Por su tosquedad y su simplicidad dañina, los badenes para limitar la velocidad de los coches son, sin duda, algo salido de otro tiempo, unos dispositivos dotados de una crueldad medieval, unas construcciones más propias de las calles de cualquier ciudad del Bloque del Este en los años cincuenta que un elemento disuasorio en nuestras calles plagadas de indicadores leds de última generación. Vamos, un prodigio de tecnología por la que merece ser otorgado un premio a su inventor y a las administraciones que nos las instalan en estos tiempos de sofisticación tecnológica.
No digo yo que los cambien por las pinturas esas que, por ilusión óptica, casi te provocan un infarto cuando se te levanta del suelo una niña, a pocos metros del automóvil, si vas a un poco más de velocidad de la cuenta, pero ¿de verdad que no hay otra solución que no implique necesariamente que se te reviente una rueda o se te joda un palier si te descuídas o no está suficientemente iluminada la calzada?
Lo curioso es que cuanto más pequeños sean los pueblos y menos riesgo de atropellamiento supongan sus travesías, más elevados y abruptos son sus badenes. Si no...pasa por Cazalilla y ya verás.