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jueves, 24 de diciembre de 2009

Vicisitudes y controversias


Tengo un amiguete desde hace muchos años. Y digo amiguete porque yo no recurro a correos cursis sobre la amistad ni a cuestiones filosóficas, filantrópicas o existenciales para catalogar el tipo de relación que tengo con mis conocidos. Para mí es más sencillo; se trata simplemente de seguir hablándonos o de no haber llegado a alguna situación irreconciliable.
José Luís tiene una capa de barniz que le otorga cierto brillo. Fue compañero de aula en el instituto y de aquella época conserva, entre sus logros, el recuerdo de diversas reglas ortográfícas y cierto repertorio de fórmulas de física y química; todo ello grabado a fuego en alguna circunvalación cerebral poco desarrollada en mi caso.
Es sorprendente oírlo recitar las valencias, con símbolos incluidos, después de veinte años alejado de las aulas. Pero ese brillo, a veces, le da para algo más que la mera fijación nemotécnica y te sorprende, entre cervezas, con frases tales como “la vida está llena de vicisitudes y controversias”…no me jodas José Luís, yo estudiando durante años gilipolleces ilustradas y resulta que no tengo ni pajolera idea de donde sale semejante pensamiento cargado de síntesis existencial; fijo que no es de tu cosecha, pero me mola, sobre todo porque suena bien…¿o no? Sí señor, la vida está llena de vicisitudes y controversias (partido de dos pi erre). Otra cosa es saber para que nos ha servido aprenderse de memoria hasta los logaritmos neperianos, cuando ahora basta con mirarlo en el google y te lo dan resuelto en el acto, porque sí, amiguete…ya no se usan las tizas ni las pizarras. No, los rotuladores sobre pizarra blanca tampoco. Ahora son unos enormes paneles táctiles, digitales y multimedia, conectados a un ordenador, y sobre ellos se escribe con el dedo del color que tú selecciones previamente en el menú de opciones. No es necesario ni siquiera que el alumnado “salga a la pizarra”, pueden interaccionar con la misma desde sus asientos con sus ordenadores ultra-portátiles y después pueden ver en ella un documental educativo si el profesor lo estima conveniente. Un pequeño cambio ¿no crees?, y nosotros con fórmulas en la cabeza.

domingo, 13 de diciembre de 2009

En mi caso


En mi caso fue Madrid. Todo lo que de atractivo ofrecía el mundo, para alguien que cumplía la mayoría de edad a principios de los ochenta, estaba allí. El mundo de la movida madrileña; el que nos ofrecían en las películas, el de la gente diferente con vidas interesantes, el de las calles que habitaban las bandas de rock urbano, el de Pachá y Joy Eslava, el de “la juventud baila”, el de las luces y los platós de “Aplauso”, el del metro, el de los cantantes de metro, y sobre todo el que las canciones nos hicieron amar sin haberlo pisado siquiera. Todas hablaban de lo mismo: “Pongamos que hablo de Madrid”, “Madrid amanece”, “La puerta de Alcalá”, “Voy andando sola por la Castellana”, “En la puerta del Sol” ,“desde el pirulí se ve un país”… Por entonces todo se hacía desde allí y desde allí irradiaba a través de la pantalla y las ondas, como si no existiera otra cosa…joder que hasta metí mis ahorritos en Caja Madrid.
Tiempo después, por motivos que no vienen al caso, di con mis huesos en la capital del país. Como es de imaginar, me volví loco y me dispuse a visitar todo aquello de lo que había leído, oído hablar, oído cantar o visto en el cine. Para empezar ni encontré el Penta, ni en el Elígeme estaba Sabina bebiendo copas y viviendo a simple vista esa vida canallesca y poética que mostraba en sus canciones. Es más, se trataba de un tugurio oscuro en el que había actuando un imitador suyo. El hotel mediodía era una antigualla sin glamour. El Madrid de la movida eran dos calles, el resto era gris y mediocre y para colmo el sueño de vivir la noche madrileña quedaba frustrado en la misma puerta de los locales en los que un portero decidía que tú no entrabas por llevar calcetines blancos. Nada que ver con lo imaginado.
Pasados algunos años volví a revivir aquella experiencia de la fascinación por una ciudad con sus personajes, barrios, locales y calles, pero no en mí, sino más bien indirectamente, a través de un amigo con el que fui a Sevilla. Al ser unos años menor que yo, en él habían hecho mella Canal Sur y las canciones de Pata Negra y Quico Veneno. En su cabeza resonaban nombres como el parque de María Luisa y la Carbonería sin saber siquiera ubicarlos, igual que en su momento yo conocía Malasaña o la calle preciados y no habría sabido decir un solo nombre de una calle de la ciudad de al lado.
Nunca me pregunté cual sería el equivalente a Madrid para quienes vivían en esa ciudad, porque ya estaban allí. En eso caí hace unos días viendo “Sobreviviré”, una película en la que Enma Suárez decía haber ido a comer cruasanes a la quinta avenida de Nueva York, igual que Odrey Hepburn en “Desayuno con diamantes”, y aseguraba que no era igual, que no tenía el mismo brillo.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Vamos para atrás


…es que vamos para atrás, cada día más paro, menos derechos, más pobres, más distanciados de Europa y más mojigatos. Y en cuanto a libertades ni le cuento…y yo ni pepé ni pipí, pero es que vamos para atrás, oiga.
¿Le hago el arco de las patillas?, ¿se las dejo bajas?
No sé quien dijo que quién a los veinte no es de izquierdas es que no tiene corazón y quién a los cuarenta no es de derechas es que no tiene cabeza, pero se le olvidó decir que el converso siempre andará descorazonado porque, en este caso, a la derecha no se llega por convicción sino por desencanto…¿Le descargo de arriba más o le dejo para peinarse con raya?
…como le decía que yo ni zurdo ni diestro, que para mí son todos iguales; los políticos… unos psicópatas ya le digo. Y no es que lo diga yo, que el otro día vi un documental y lo decía bien clarito, que engañar y manipular sin escrúpulos es propio de esta enfermedad y se me encendió la luz. Digo…claro que sí.
¿Le mojo el pelo para peinarlo?.. Pero eso es como todo, mire usted. ¿O es que deberíamos derribar la alhambra porque no nos gusten los moros? Pues no señor. ¿Y los aromas, y la danza del vientre, y las alfombras persas?.. Tendremos que coger lo bueno también, nos ha jodido. Y perdóneme usted una indiscreción…
Pues mire usted, me descarga un poco de los lados y dejamos las indiscreciones, que para mí siempre son imperdonables.