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sábado, 15 de noviembre de 2008

Algunos pensamientos sobre el fútbol


Banderas, defender colores, pinturas en la cara, atuendos que uniforman, rituales, jerarquía, eslóganes, gritos sobre el campo, himnos, pasiones contenidas, exaltación, adrenalina, masas humanas enfrentadas, desplazamientos multitudinarios…¿No suena a batalla? Pues hablo de fútbol. Un inocente juego con reglas sencillas hasta el punto de ser entendidas por niños desde edades tempranas, por más que los argentinos quieran hacer una ciencia del mismo.
A mi entender, la experiencia institucionalizada más cercana a la violencia y la guerra; y no por el juego en sí, sino por todo lo que conlleva asociado a una escala impensable para cualquier otro deporte. De hecho, a menudo, estalla en violencia el graderío. Existen ultras, hinchas, hooligans y todo tipo de grupos más o menos aguerridos, pero también conviven en estas mismas gradas, codo con codo, intelectuales y mentes científicas, obreros y poetas, benditos e infames y todo tipo de género humano, aglutinado sorprendentemente como en pocos sitios ocurre.
Se lleva en la sangre, como se lleva, de forma atávica, el instinto natural humano por la lucha y la dominación. David y Goliath, Numancia y Viriato, Roma y Constantinopla, la guerra fría y la fragor de la batalla. Todo lo ha reproducido el fútbol y lo que lo rodea.
Definitivo estimulador de serotonina un domingo de liga, poderoso afrodisíaco contra el tedio marital cuando gana el Madrid o el Barcelona y alimento del sicótico oculto si pierden. Fútbol es fútbol, con tal poder de anestesia social que ya lo quisieran para sí los más importantes políticos, así como la medicina contar con semejante revulsivo de las funciones vitales.
Ni la más hermosa y desatendida de las mujeres podría soñar con levantar pasiones de esa manera ni la más enamorada y virtuosa novia competir en atenciones en una final. Es por eso, tal vez, que desde hace algún tiempo también se suman a esta fiesta, en lugar de esperar asténicas y pacientes a que termine el encuentro.
Con el dinero que mueve esta actividad podría, perfectamente, dotarse de presupuesto un ministerio en un país del primer mundo. Con las astronómicas cantidades que se gastan los clubes en adquirir jugadores podría crearse una infraestructura industrial en cualquier ciudad africana y, de paso, dar de comer, durante mucho tiempo, a toda una región. Sin embargo, miles de personas que repiten de memoria la alineación del Atletic desconocen donde está Monrovia o el hundimiento del sustento de miles de personas en Sudáfrica a causa de la globalización y la monopolización del azúcar.
Hay quien habla del arte de la guerra cuando en realidad la guerra sólo es una monstruosidad y nada más, lo cual demuestra hasta que punto puede adornarse algo hasta concebirse de forma distinta. El fútbol puro, el que se extingue fuera del césped y cuando acaba un partido, posee componentes que, sin duda, hacen disfrutar a sus miles de amantes, pero existe todo lo demás, eso que algunos explican sin explicar diciendo…fútbol es fútbol.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, tu artículo. Hoy estás cambiado. Es un artículo pausado, serio, meditado... Menos "gamberro" de lo habitual, pero igualmente profundo.

Los párrafos más cortos creo que son un acierto. Yo tendía a escribir párrafos larguísimos, pero me he pasado a los cortos, también. Sin obsesionarme el tema, tampoco.

Con respecto al fútbol... Hay ciertos asuntos que lo hacen diferente al resto de deportes: en un partido concreto el peor puede ganar, todo se puede decidir de forma injusta (por el arcaico sistema arbitral) y ¡se puede ni ganar ni perder!

Todo lo anterior hace que se parezca más a la vida que otros deportes como el baloncesto, el fútbol americano o el béisbol, en los cuales el mejor gana el 99,9% de las veces, el sistema arbitral es razonable (más árbitros, medios técnicos...) y el empate no existe.

Personalmente, el fútbol me aburre bastante. Esa es otra interesante cualidad que no comparte con otros deportes: una gran cantidad de partidos son calificados por los espectadores como de "aburridos". En baloncesto o los demás que he nombrado, eso es impensable.

El fútbol no es fútbol, el fútbol, principalmente, es conversación al día siguiente. Sin injusticias, sin quejas sobre el aburrimiento, sin victorias inmerecidas, no habría tanta conversación. El fútbol, creo que ya lo he dicho, se parece más a la vida que el resto de deportes. El fútbol, es el cotilleo del varón.

Yo prefiero el baloncesto o el fútbol americano. Para vida ya tengo la original.

Anónimo dijo...

Ostras. Fe de erratas: "El fútbol es el cotilledo del varón". Separé el sujeto del predicado. Raro error en mí. En fin, discúlpeseme que en los comentarios no afino tanto.

Anónimo dijo...

Yo mismo he notado que estoy algo distinto en este texto, pero espera al próximo y verás como vuelvo al redil de las ovejas negras. Interesantes reflexiones me dejas también en este comentario. Enhorabuena por el éxito que está teniendo tu novela.