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viernes, 4 de abril de 2008

Pero mira como beben

No es lo mismo, que dice una canción, beber de una manera que de otra, ni beber una cosa que otra, ni el lugar, ni las formas, ni el propósito, ni la compañía ni algunas otras variables que convierten esta práctica en todo un hecho social y personal, una actitud ante la vida; que decía Piaget . Desde la elegante y enorme copa de cristal en la que los más sibaritas ni beben ni nada, pero tontean con un culillo de tinto con pedigrí, hasta el cubata guarrindongo que usa, como combustible en largas noches de juerga, la plebe, joven y no tan joven, hay toda una enorme gama de posibilidades. Bueno, esto de los cubatas, aunque, básicamente, sigue siendo lo mismo, ha cambiado en cuanto a la variedad de licores. Basta con ponerse en la barra de una discoteca a partir de las una de la noche y uno cae en la cuenta de que ha estado viajando por el espacio o que sus relaciones sociales son pobres como para preocuparse. ¿Un qué?, coño…¿qué pide esta gente?, ¿eso que es?, ¿ginebra, ron, güisqui? ¿es que han hecho un cursillo de marcas raras o lo aprenden viéndose unos a otros? Nada que ver con aquellos “destornilladores”, “persianas”, “logumbas”, “san franciscos” y “vacas verdes” de antaño. Vaya nombrecitos que se aprenden ahora. No digo yo que vuelvan los bloody mary o los daiquiris, pero ¿qué habrá sido del Cointreau o del Licor 43?, ¿Sólo sobreviven en botellas con el tapón azucarado, e imposible de abrir, en el mueblebar de las abuelas?

Otro tema es la actitud, una cosa es la forma de beber de un chaval ludópata y aficionado que está más pendiente de la máquina tragaperras que de la consumición, y otra cosa es la escenografía de un animal de barra. El primero la coloca, descuidadamente, sobre la superficie inclinada del cristal resbaladizo y vapulea sin cesar el armatoste, a pesar de lo cual, el cubata, sobrevive milagrosamente durante horas. Pero el segundo es otro cantar, este conoce perfectamente la posición que exigen los cánones de la alta escuela, esto es: codo apoyado en la barra, sobre la que deja caer el cuerpo ligeramente en posición lateral, con una leve inclinación; suficiente como para no dar la sensación de estar muy retrepado, pero que a la vez permita cruzar un pie sobre el otro, de manera que descanse en el suelo sobre la puntera. Imprescindible no mostrar prisa ni tener asido el vaso continuamente; este debe reposar en todo momento sobre la barra, cerca del paquete de Wisnton y de la esclava de oro que se lleva sobre la muñeca de la mano que permanece flexionada hacia abajo, merced al peso de la otra, que la agarra suave pero firmemente. El acto en sí de coger el vaso es tal vez lo más significativo en todo este asunto. Basta con reparar en este simple detalle y sabremos ante que clase de bebedor nos encontramos e, incluso, estaremos en la pista de cual es su filosofía. El chaval aficionado y discotequero normalmente coge el vaso como si de meneársela se tratara, esto es, con toda la mano y todos sus dedos, apretando toscamente hasta el punto de derretir el hielo en breves minutos. En cambio, el animal de barra usa dos o tres dedos a lo sumo, y deja al menos el meñique levantado, como Dios manda. El animal de barra casi acaricia el vaso, no lo agarra, más bien lo sostiene distraídamente y con suavidad, de manera que este pueda balancearse para que los cubitos tintineen repetidamente antes de verter un trago escueto sobre los labios. No es condición indispensable, pero si conveniente el uso de chaqueta. Como es de imaginar, entre aquel y este, hay toda una variedad que escapa a una clasificación exhaustiva, pero que merece ser mencionada en algunos de sus casos. ¿Qué pensar del típico lingotazo con inmediata huida?; ese que se da la señora que llega a un bar nerviosa y revolviendo continuamente en el bolso hasta dar con el móvil para ver si tiene algún mensaje. Esta forma tiene su antípoda, que no es otra que la del señor que siempre ves sentado en la misma mesa de la terraza de una cafetería leyendo el periódico con una copa de coñac. Está cuando vas, cuando vienes y cuando vuelves a pasar y no se le gasta ni el periódico ni el coñac, Esto en cuanto a la ingesta solitaria porque en lo referente a beber en reuniones existe toda una variedad también con formas y bebidas propias. No es lo mismo una reunión de chicas universitarias y alternativas con fulas palestinos que una reunión de compañeros al salir de la oficina al medio día. Las primeras no beberán otra cosa que calimochos y pillarán el puntillo hablando largo y tendido de teatro conceptual, mientras que los otros tendrán los dedos ocupados con las gambas y durante media hora se tomarán un par de cañas hablando de fútbol o de la nueva. Como puede observarse, dos maneras bien distintas de entender el mismo acto.

Hay quien bebe con ansiedad buscando soluciones en el fondo del vaso, hay quien simplemente bebe para acompañar la tapita, hay quien bebe de barril, hay quien lo hace de reserva, hay quien bebe gritando mientras ve un partido, hay quien lo hace brindando y también compulsivamente y por vicio. De los botellones ni hablar porque no se trata de analizar fenómenos de masa, pero si puedo hablar de la relación entre el carácter y los hábitos bebedores de las mujeres que he conocido. Alguien me dijo una vez que no me fiara de las que no beben porque siempre están tensas y carecen de espíritu de camaradería. No sé hasta que punto es verdad, pero la experiencia me ha hecho recelar de las que beben mojitos o sólo coca-cola.

2 comentarios:

puri dijo...

muy interesante, me has dado una buena respuesta a la pregunta, k me he hecho de, xk ponen el meñique para arriba al beber.
Pero.....he echado de menos, el comentario a la copa en buena compañía.....¿tiene alguna forma especial, alguna caracteristica estandarizada?.......
UN saludo

juanma medina dijo...

Claro que sí, Puri...se disfruta mucho más.