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martes, 13 de mayo de 2008

Cita con miss camiseta mojada


Sin duda se trataba de una mujer especial. En su momento fue miss camiseta mojada en los más selectos círculos relacionados con el mundo de la belleza y la moda y, aunque de eso hace ya, aún conserva intacta esa belleza explosiva que provoca que casi todos la miren con cara de sátiro vocacional. Yo he tenido acompañantes bastante atractivas, modestia aparte, a las que en ocasiones miraban y tal, pero ésta, con mucho, resulta ser la más irresistible a las miradas de todo tipo. Para mí ha sido una experiencia nueva estar al lado de semejante ejemplar y conocer el regustillo que se experimenta cuando, delante de toda esa fauna varonil expectante, uno coge de la cintura a la chica y le da un achuchoncito elegante, como quien no quiere la cosa. Por cierto que, a todo esto, miss camiseta mojada, que conocía perfectamente el significado de la maniobra, exhaló, entre irónica y aparentemente decepcionada, “hombres”.
Yo siempre he estado al otro lado, donde los mirones, que es mi lugar natural por definición, pero esta vez, fíjate tú por dónde, me ha tocado estar en el escenario, observando con asombro las caras de todos los tipos que, con más o menos descaro, andan deleitándose con todo tipo de pensamientos. Si lo sabré yo. Y me pregunto ¿cómo será mi cara cuando estoy en esa situación? Observo entre el tendido y veo a uno con el mismo aspecto de cateto alegre que el marido de la nietísima, nerviosísimo y tamborileando con los dedos en la mesa compulsivamente; veo a otro con aspecto pulcro y aire desenfadado, un estilo a Mark Anthony pero sin sandalias y con reloj caro, que miraba cautelosamente cuando su mujer no lo veía. Posiblemente este tendría éxito con miss camiseta mojada si se diera la ocasión y creo que me supondría una seria competencia. Mirando más disimuladamente los había en grupo, ataviados con la indumentaria de salir a tapear con la mujer y los compañeros los domingos por la noche. Estos acabaron cortándose porque unos y otros se dieron cuenta de lo que sucedía. Confieso que estando en esta situación me asaltaron ciertos pensamientos inquietantes. Como alguno sea picoleto me va a costar unos puntitos la chulería de salir con esta tía, ya verás. Pero el rostro más terrorífico era aquel cercano de la mesa de atrás, el del tipo que miraba boquiabierto con una ceja levantada a lo Mr. Bean mientras la mujer regañaba al hijo porque le estaba pegando al niño de la mesa contigua. A este no, por favor, a este sí que no quiero parecerme. Me estremezco sólo de pensarlo.
Por su parte, miss camiseta mojada, curtida y conocedora del poder de sus caderas, se movía elegante y cómoda entre tanto punto de mira y visión radioscópica. Uno no puede menos que sorprenderse observándola ir y venir, al lavabo, sonriente y ajena a todo el complejo mundo de deseos que provoca a su paso. Sería maravilloso que a los hombres nos pasara eso. Yo me volvería loco imagino.
Un amigo mío dice que la vida tendría que ser como en los puticlubs, con mulatonas culonas, valquirias nórdicas y latinas suculentas ofreciéndote, al paso, placeres exóticos y amores duraderos y fieles para satisfacer su propia necesidad, siendo todo real y sin que te pidan setenta euros. Lo primero que te entra ganas de decir al oír esto es “y una polla también”, pero no, yo le doy la razón y me sumerjo en mis propias ensoñaciones imaginando un mundo así y, a veces, esto da paso a todo tipo de reflexiones filosóficas, sobre el sentido de la vida, que me tienen ocupado largamente. Por cierto que a miss camiseta mojada, que no es de piedra y ya es cuarentona, también se le va vista cuando pasa algún maromo musculoso y alto. Pobrecita, al fin y al cabo es humana también. ¿O no?

4 comentarios:

raimundo dijo...

pues si ,, aunque con estilo literario en esta ocasion ,,, parece en esencia una de tus conversaciones,, de esas que inicias y mantienes cuando estas al lado de los buitres y mirones ,,, un saludo .

Anónimo dijo...

Esas ensoñaciones las hemos tenido todos, joder. Si la cosa funcionara al revés, supongo que terminaríamos como ellas, haceptando sólo la que nos guste de verdad, con miramientos y todo tipo de escrupulosidades.

Anónimo dijo...

No estamos diseñados para eso, pero sería interesante comprobarlo al menos durante un tiempo. No obstante, los hay que se lo pueden permitir eh.

Anónimo dijo...

Me he vuelto a releer este comentario y me ha gustado más que la primera vez, describes la situación sorprendentemente, vamos, supongo yo, porque a diferencia de tí, yo nunca he estado en esa situación privilegiada de estar con una hembra a la que todos los maromos están al acecho. De alguna manera me he sentido un poco como si lo hubiera estado, y sinceramente, la situación es algo estresante y pesada, difícil de soportar mucho tiempo; ahora entiendo a los que tienen celos patológicos, pobrecillos, su situación debe ser un sinvivir. Claro que pequeños momentos como esos, a menor escala,si que los he tenido yo con mi bomboncito de mujer.

Por cierto, en el anterior comentario mio, se me ha colado una "h" en "haceptando", supongo que la culpa es del verbo hacer y sus tiempos.