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domingo, 18 de mayo de 2008

Cogerle el puntillo

A las rotondas no termino de cogerles el punto, nunca sé exactamente en que momento entrar en ellas o dónde colocarme para abandonarlas mientras un Clío, tuneado, me desplaza hacia el interior sin mayor miramiento. Casi siempre es una cuestión de decidir en milésimas de segundo. No sé como no hay más golpes. A ti tampoco te cojo el punto, cariño. Nunca supe cuando ni como entrar y otro tanto de lo mismo me ocurre para salir. Esos grititos tuyos. Te juro que jamás he sabido distinguir cuando te hago daño o cuando son el síntoma inequívoco del éxtasis. Es como en las rotondas; tengo que encontrar el momento justo, lidiando con tus jaquecas, con los demás vehículos y con las llamadas inoportunas al móvil. De verdad que no te pillo el puntito, ni el g ni ninguno.
¿Recuerdas aquella época en la que te quejabas de que pasaba mucho tiempo en el ordenador y no estaba contigo? Supongo que recordarás que durante aquellos días cerraba antes el pecé para sentarme a tu lado pero, al hacerlo, en un extremo del sofá te impedía estirar los pies, en el otro te impedía ver la tele y a tu lado refunfuñabas diciendo que te estaba echando. Te lo digo de veras, nunca te he cogido el puntillo. Aún ando pensando qué es lo que realmente querías que hiciera, porque si me iba a la silla o al sillón, de nuevo, te sentías abandonada. Debe haber un punto intermedio que escapa a mi inteligencia.
Fíjate que hasta Ramón ya controla eso del puntillo perfectamente y sabe hasta donde llegar con los cubatas, pero yo no, y me pasa con casi todo. Siempre tengo la incómoda certeza de que me he pasado o me he quedado corto en todo lo que digo y hago. Me pasó en aquella ocasión en la que descubrí que el interior de tus muslos y tu culo estaban cuajados de cardenales. Mira que me lo pensé. Pero no di con la manera de hablar sobre el tema con tranquilidad. Aquel día me dijiste, furibunda, que te habías dado con la mesa del despacho. Ya ves…tantas veces y en tan distintos sitios. Muy razonable lo de la mesa. En nuestros mejores tiempos, yo mismo te había hecho marcas semejantes y no a golpes precisamente.
Seguramente había un punto, intermedio y esquivo, en aquella ocasión en la que te dije que te notaba fría y distante. ¿Tal vez fue el momento?, ¿la situación?…No comprendo por qué esto provocó aquel comentario tuyo de: “si me gusta un tío me acuesto con él". Tal vez te sentiste acosada por mi comentario y escapaste huyendo hacia delante. Yo sólo quería decirte que hacía mucho tiempo que no pronunciabas mi nombre, que no comíamos juntos y que no te dirigías a mí sin ese gesto agrio tuyo para decirme que no pise el pasillo porque lo has fregado. Yo habría preferido pasar más tiempo contigo, pero limpiar desaforadamente era tu pasión, era lo que daba sentido a tu vida y lo que la llenaba de contenidos. Ni siquiera soportabas que yo lo hiciera contigo, preferías apartarme de tus dominios nuevamente con gestos agrios. Sin embargo, el día que rayaste la encimera con el juego nuevo de cuchillos, en lugar de usar una tabla, me culpaste a mi por no haber sido yo quien troceara las cebollas. Nunca te cogí el puntillo cariño, ya te digo.
Años llevaba yo pidiéndote que revitalizaras nuestra vida sexual aderezándola con unos toques de lencería sexy y con un vestuario algo más sugerente, pero tu respuesta era siempre la misma: que tú no te ponías eso ni muerta, y te quejabas de mi frialdad y de que sólo te buscaba en la cama los sábados por la noche. Ahora que ya he abandonado nuestra vivienda conyugal, tal y como tú querías que hiciera, veo tangas y camisones transparentes tendidos en el balcón cuando voy a recoger a nuestro hijo los fines de semana. Ahora que lo más cerca que estoy de ti es cuando coincidimos en la calle o en algún local de copas, de punta a punta de la barra, te veo con minifaldas vertiginosas y con las tetas comprimidas casi escapándosete de los escotes, y el puntillo sigo sin cogértelo.

14 comentarios:

carmen dijo...

Y que razón que llevas, amigo Juanma, así somos las mujeres, no nos coge el punto ni Dios. Me revienta mucho tener que darte la razón, pero es así. LA MUJER, ESE GRAN DESCONOCIDO.
Eres un gran sabio en el tema, pero en este breve relato, has captado muy bien la terrible realidad. No nos aguantamos ni nosotros mismas. Bravo!!!!

lola dijo...

Pobrecillos los hombres, siempre víctimas de las mujeres caprichosas, premestruales o menopaúsicas, tan sensibles a la fase de la luna o a la estación del año. Mientras que ellos son seguros de sí mismos y fáciles de contentar.
¡Qué suerte tenéis !

lola dijo...

Y que conste que escribes estupendamente, que te leo siempre, y que este relato también me ha gustado al igual que otros con los que nos deleitas en tu blog.

Lola dijo...

Los hombres y las mujeres somos tan diferentes que eso hace que seamos compatibles... lo que tú tienes le falta al otro o la revés.. por eso siempre en vuestro vocabulario aparecerá la frase típica tópica "A LAS MUJERES NO HAY QUIÉN OS ENTIENDA", pues igual nos ocurre a nosotras con el sexo masculino...
Si todo el mundo fuese igual, ¡que aburrimiento sería!.
La vida es como las rotondas, depende del camino y salida que cojas, o cojes la buena y llegas a buen puerto o te equivocas y vas en dirección contraria a lo deseado

sonata dijo...

Me encanta tus comparaciones entre las rotondas y las mujeres,,jajaj es bueno, en serio... ( me gusta tu realidad, tu facilidad para hacerte entender,, para llegar hasta nosotras.. para sentirte tan cercano... )
Un diez, como minimo..
M.J.

Anónimo dijo...

lo voy a intetar, y si no lo borras

Anónimo dijo...

ahora sale anonimoooooooooo

sonata dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Juanma, el secreto está en los dedos, con la misma pasión que tecleas, tecleas y de sobra lo sabes.

Anónimo dijo...

¿Ingresar? ¿Miembros? ¿Comunidad?

Anónimo dijo...

¿Ingresar? ¿Miembros? ¿Comunidad?

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con terry, el secreto esta en los dedos.

Anónimo dijo...

Mucho me temo que cogerle el puntillo a alguien es sólo aceptar sus manías, imperfecciones, incoherencias y actos ilógicos, o poco lógicos, que puedan hacer, Por supuesto, contando con que la persona vaya de buena fe. Todo lo demás, es engaño, mentiras, hipocresía y egoismo.
Todo esto se puede tolerar, por que la naturaleza humana es así, sin embargo, hay algo que yo no soporto, y es que se argumenten actos o ideas ilógicos utilizando aparentemente razones lógicas,o viceversa, sobre todo, si te das cuenta que no saben reconocer ni una cosa ni la otra, es desesperante para mí.** Las personas, independientemente de sus manías, incoherencias, etc, deberían saber reconocer o distinguir cuando algo es susceptible de ser razonado o no, aunque quizás, sea mucho pedir para la gente en general. Por supuesto, esto es sólo una manía mía como otra cualquiera. A estas alturas, ya debería tener en cuenta que incluso esos razonamientos ilógicos, forman parte de la naturaleza humana; pero que le vamos a hacer, uno es como es.

**Yo sé que tú ves (al menos cuando te conocí, pensabas esto) a los científicos, o a la ciencia en general, como algo frío, cuadriculado y rígido e incluso estereotipado, sin embargo, no es nada de eso, citando a Richard Feymann (un genio de la física actual)-cuando un artista le recriminaba sobre la postura de la ciencia sobre la contemplación de una flor-"Yo, no sólo veo la belleza de la flor por fuera, como haces tú, sino que también veo su belleza interior que tú desconoces". Con esto quiero que veas, por qué es desesperante para mí, yo tengo una mente analítica y casi todo lo racionalizo, pero eso, no quita que sepa separar las cosas que no entran en la categoría de "no se pueden racionalizar" y de camino hacerte una puntualización sobre la ciencia que quizás no hayas visto ( o puede que sí).

juanma medina dijo...

Amigo Antonio, argumentar actos o ideas ilógicos utilizando aparentemente razones lógicas no es otra cosa que simple cinismo, y en eso coincido contigo...lo detesto.
No sé lo que pude decirte hace años con respecto a la ciencia, no lo recuerdo, pero puedo decirte que, actualmente, opino que si está al servicio del bienestar social es una de las mayores bazas con la que cuenta el hombre para para prósperar y ser feliz. Gran papel, al margen de apreciaciones adolescentes sobre la frialdad de los
científicos. Por cierto que soy consciente de la grandiosidad y la belleza interior que alberga la naturaleza de una flor o una semilla. Un saludo