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martes, 18 de marzo de 2008

¡Faltaría más!

Soy mujer, española, tengo 41 años y estoy separada. Sin duda lo más importante en mi vida es mi hijo y lo demás, con el tiempo, ha resultado tener una importancia relativa y circunstancial. Hace algún tiempo reflexioné sobre una frase que leí en un artículo, la cual aseguraba que la única diferencia con la psique masculina es que la nuestra está más conectada con el sistema hormonal y las emociones. Tal vez por eso, a menudo, no sé qué me pasa ni sé lo que quiero. Me identifico con las canciones de Olga Román aunque me parecen las divagaciones de una chica aburrida e insatisfecha; veo algo neurótica esta actitud, pero no puedo evitar pensar que yo también siento como ella.
Pertenezco a una generación que nació en una época en la que se respiraba la aceptación del modelo masculino, desde el primer balbuceo, sin cuestionar nada. Con todos los cambios vividos en estos últimos años, y la posterior concienciación, esto se ha traducido en una actual repulsa que se hace patente cuando percibo la más mínima sospecha de actitud machista.
Un amigo me comentaba que esta repulsa mía es casi un arquetipo con sus tópicos y sus tics correspondientes. También dice que hemos pasado a detestar a los hombres sin tener el más mínimo interés por conocer un poco la naturaleza masculina y los rigores de la testosterona sobre el género opuesto. Asegura que durante estas últimas décadas las cosas han cambiado porque muchos hombres han participado en el avance de la mujer y que la mayoría han ido conociendo la sexualidad femenina, tan desconocida antaño, a base de debates televisivos y artículos literarios que han devorado con interés.
Es cierto que ya no se oye a ninguna mujer decir que desconoce el orgasmo a causa del descuido y la torpeza de los hombres y añade que ahora, a pesar de que más de la mitad del funcionariado del estado es femenino y que la libertad de la mujer es un hecho generalizado, el modelo masculino es desconocido y denostado con frases tales como: “piensan con la cabeza de abajo”. También dice que negamos lo que nosotras mismas parimos y en alguna ocasión me ha dejado pensativa señalándome algunos de mis comportamientos con mi hijo. Ciertamente no me gustaría oír a ninguna mujer decir sobre él algunas de las cosas que a menudo digo yo, pero es mi hijo y es distinto.
Desde que me separé han pasado por mi vida y por mi cama distintos hombres, por distintas razones y de manera también distinta, pero las secuelas y el proceso, sin embargo, ha sido siempre el mismo, siempre se repiten los mismos esquemas. Al principio creía que era una extrapolación de mis propias fobias a cada una de las relaciones e intentaba corregir este defecto, pero con el tiempo, además de descubrir la gran dificultad que entraña cambiar algo en ese sentido, me ha sobrevenido la desgana por hacerlo.
No es que no desee el amor fiel, confortable y respetuoso de un hombre, no es que me llene vivir a salto de mata e improvisando la mayoría de las veces, pero desde hace algún tiempo he aprendido a disfrutar de la ausencia masculina en mi vida. No sé si el hecho de no tener que dar cuentas a nadie y esta tranquilidad que me da la libertad compensan esas carencias ineludibles de la falta de pareja; a veces pienso que son contraproducentes y una imposición de la sociedad. De todos modos, mi horario laboral y la atención que requiere mi hijo me impedirían tener una pareja al uso, con proyectos comunes y una convivencia satisfactoria.
Pero lo peor, tal vez, son las vacaciones y los puentes y las fiestas. Es entonces cuando verdaderamente me siento un poco al pairo a pesar de tener previamente organizado un viaje con unas amigas. Es cierto que lo pasamos bien y que en muchas ocasiones acabamos acostándonos con el conductor del autobús o con el camarero del hotel, que bailamos como locas y que nos sentimos las reinas de nuestra vida. Sin embargo a todas nos pasa algo parecido al experimentar una especie de sensación extraña de que algo nos falta, de que la nuestra es una situación postiza.
En alguna otra ocasión en la que las amigas no estaban disponibles he accedido a pasar unos días con un amigo en algún lugar que prometía ser exótico y, como quiera que viajar sola me fastidia tremendamente, me embarqué, sin más miramientos, con alguien que en todo momento, desde que lo conozco, ha sido respetuoso y amable; cualidades estas que me parecieron suficientes aunque no me atrajera lo más mínimo como hombre. Pero todo se jodió en algún momento determinado de la primera noche en el que decidió convertirse en una especie de pulpo insufrible.
Ayer vi pasar a mi ex al salir de una cafetería y, aprovechando que él no se percató de mi presencia, me quedé observando lo estropeado que está ya. Esa barriga abultada, esa calva y ese aspecto descuidado...ahora sería incapaz de meterme en la cama con él. No es que me vuelvan loca los jovencitos, ni querría uno por pareja, pero fue agradable descubrir, en su momento, que se pirran por follar con mujeres maduras. Es divertido verlos merodearnos en las discotecas y en los pubs con sus tipazos de gimnasio y su ropa ajustada. Ahí están para una emergencia. En alguna que otra ocasión me han hecho chillar, como una descosida, en los asientos de atrás del coche aunque después me haya costado trabajo sacudírmelos de encima.
Es curioso que todas las amigas con las que he hablado sobre el tema coinciden en que los mejores polvos fueron los que tuvimos durante los momentos inmediatos a la separación. Todas tuvimos la sensación de que, durante años, nos habíamos perdido lo mejor del género y disfrutamos de una intensidad desconocida hasta el momento; sexo sin cotidianidad, sin reproches, sin recelos agazapados, sin tener que hacer de tripas corazón, sin tener que disfrazar nada y sin necesidad de juegos estimulantes antidesmotivación.
“Detesto” acostarme con hombres sólo por sexo, pero tampoco quiero pareja, de manera que voy improvisando fórmulas y citas por internet. A veces quedo con un escritor que me parece interesante hasta que lo conozco en persona, otras quedo con un varonil policía que me altera las hormonas y pasa a la siguiente de su lista; dejándome con ganas de más y con las precauciones desmontadas; otras veces me conformo con que simplemente me hagan reír y me hagan sentir bien y soy yo, a continuación, quien pasa del tipo, yéndome con el siguiente de la lista.
Ocurre que deseo enamorarme tanto como me aterra, es una de las cientos de contradicciones de las que soy presa a diario; con el tiempo, esto es algo que ha llegado a ser ciertamente incapacitante hasta el punto de bloquearme y paralizarme; pienso que por una cuestión de proteger mi salud mental.
Muchas veces recuerdo los malos momentos y los trances propios de la separación, el valor que se necesita para tomar una determinación así. Fue duro decidir que mi hijo ya no iba a convivir en una familia en la que podía disfrutar a la vez de ambos congéneres bajo el mismo techo. Fue difícil romper los planteamientos vitales de tres personas poniendo patas arriba todo. Recuerdo la adaptación y el transito difícil hacia lo que ahora llaman familia monoparental, recuerdo la resistencia del entorno y de los amigos a aceptar algo así, y también recuerdo los primeros momentos en los que la familia te da la espalda. Después de todo aquello, supongo que no voy a tolerar que el primer tipo que aparezca venga a decirme lo que tengo que hacer. Por eso rompí con uno que se enfadó y me puso mala cara por llegar dos horas tarde; por eso mandé a paseo a otro que prefirió ir a visitar a su tía enferma en lugar de estar conmigo un sábado por la noche; por eso abandoné a otro que se enfadó porque me acosté con su amigo y, por supuesto, mande a la porra a otro que me humilló diciéndole guapa a mi amiga....¡Faltaría más!

4 comentarios:

sonata dijo...

Estoy completamente de acuerdo,.,.. (lo haya escrito hombre o mujer.. )
muy bueno, de veras....
un saludo
M.J.

puri dijo...

Demasiado radical, aunke la verdad k es la pura realidad de muchas mujeres.....
Esta posición es tan nefasta para una mujer como el típico machito engreído, despechado....k tantas veces criticamos nosotras.
Un saludo.

juanma medina dijo...

Grcias sonata.

juanma medina dijo...

Desde mi punto de vista,el machito engreido no deja de ser un simplón al lado del más sencillo de los planteamientos de estas mujeres. Saludos.