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sábado, 22 de marzo de 2008

Una extraña voz en off

Esto de llevar tiempo viviendo solo está influyendo en mí hasta el punto de metamorfosearme de una forma insospechada. Está cambiando radicalmente y sin pausa mi manera de ver las cosas, de relacionarme, de hablar e incluso de reírme. Los contenidos de mis conversaciones son algo totalmente inaudito y no hablemos de las experiencias que me está aportando a nivel personal y humano. Sí, el primer sorprendido soy yo, y me tiene preocupado. Me tiene muy preocupado que en los saraos con amigas me sienta en mi salsa y totalmente cómodo hablando del último modelo que he adquirido de centro de planchado y de las bondades y ventajas del aparato con respecto a una plancha normal y entro, placenteramente, en el debate que unas apoyan y otras refutan. No es que ya hable menos de fútbol o de coches, no; es que prefiero relatar con todo lujo de detalles como se desliza veloz y eficazmente con su potente golpe de vapor sobre la prenda, dejándola lisa con el mínimo esfuerzo. Muestro mi satisfacción con las posibilidades de mejora de mi calidad de vida al emplear menos tiempo para esta labor y lo poco tediosa que resulta ahora. Para más recochineo incluso les cuento mi habilidad en coger los bajos de los pantalones mediante una cinta adhesiva que se aplica con la mencionada plancha. Esto, sin duda, ha sido un descubrimiento importante porque hasta que alguien me habló, en una de estas reuniones, de esta técnica domestica, los bajos eran un problema sin una solución digna a mi alcance. No es necesario contar en qué consiste el, ignominioso aunque socorrido, grapado que hasta ese momento me sacaba de apuros. Y ahora que lo miro...se me ha vuelto a despegar y voy pisándome el pantalón de nuevo. Mañana tendré que ponerle otro trozo de cinta. ¿Y qué decir de las charlas sobre el maravilloso intercambio de recetas para la maquinita que cocina sólo con echarle los ingredientes? Aggggghhhhhh...eso sí que son conversaciones instructivas. La chica morena de mi derecha está interesada en la receta de coliflor rehogada con jamón que le he recomendado indicándole, además, programa y tiempo necesarios para su elaboración; con lo cual caigo en la cuenta de mi dominio de esta tecnología. Por su parte, a la rubia de la izquierda le han entrado unas ganas irrefrenables de desembalar la maquinita que le compró su ex marido justo antes de separase, intentando, inútil e ingenuamente, evitar el desenlace fatal. Estando en estos lances, justo cuando más a gusto me encontraba, me sobrevino el flash que me dejó paralizado mientras una voz en off resonaba en mi cabeza; de forma semejante a como lo hacen las reflexiones de los actores en las películas o los anuncios, haciéndome tomar conciencia de que algo raro me estaba pasando. Una extraña sensación, algo preocupante, me inundó junto con esta incómoda idea .
Tengo claro que no estoy sufriendo una crisis de identidad y que no me estoy decantando hacia el lado gay. Muchos dirán, incluido yo mismo, que qué tiene que ver una cosa con otra; y es verdad, pero no puedo evitar que se me haya venido a la cabeza dicho pensamiento. Además, por si hubiera alguna duda, recuerdo que los ojos se me iban detrás de las piernas de la morena mientras le relataba el tema de la colada. Esto no deja de ser tranquilizador, pero de seguir así acabaré hablando de bragas, ya verás. Y ahora que lo menciono...hace unos días me fue bien una cita y acabé desembragando a una rubia bastante sofisticada que usaba un modelo desconocido para mí. En ese momento caí en la cuenta de que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que me vi en una situación semejante. Fíjate que en aquella ocasión hacían furor esos tangas de la cuerdecita metida en la raja. A saber los modelos de lencería que me he perdido en todo este tiempo. Eso también me tiene preocupado; supongo que la culpa la tiene el haber abandonado todo asomo de galantería seductora en pos de las entretenidas charlas sobre tecnología doméstica. De todos modos, tengo claro que ahora soy un hombre de mi tiempo, separado y solitario que domina a la perfección lo que antes era su terreno indiscutible y, sinceramente, encuentro la mar de gratificante mi venganza, haciéndoles saber que ya no hace falta para nada una mujer en casa y que, incluso, lo hago mejor que ellas. Estoy pensando en invitarlas a probar unos de mis guisos para que mi venganza sea total.

2 comentarios:

Lola dijo...

Desde luego al igual que nosotras lo decimos, también podeís hacerlo vosotros... no nos hacemos falta los unos a los otros para ciertos menesteres caseros.. aunque claro siempre es bueno tener la opinión del sexo contrario
muy bueno el relato jejeje pero sigo pensando que aún me sigue gustando más el de "faltaría más"

puri dijo...

yo soy mujer y se me resisten las tareas domésticas, más bien, me dan pereza....
Me aburre hablar de tiendas...etc...
creo k esto es de tener muy estandarizado lo k es de un sexo o de otro....
Un saludo.