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viernes, 29 de mayo de 2009

Nada escapa a la historia.

Hay una frase que afirma que “nada escapa a la historia”. Sin duda una aseveración pretenciosa a mi entender. Es verdad que sabemos quienes eran los amantes de las reinas y conocemos con precisión los movimientos de las tropas en las batallas más célebres, pero existen misterios insondables que escapan a todo estudio. No me refiero al misterio de la construcción de las pirámides o al abandono del Machu Pichu repentinamente…no; eso puede explicarse con teorías, aunque sean más o menos descabelladas. No faltan las que hablan de extraterrestres o levitaciones de grandes bloques, pero yo me refiero a misterios más cotidianos y no por eso menos importantes.
Vamos a ver.,.todos hemos visto las herramientas del paleolítico en los libros de textos o en museos, ya sabes… todo tosquedad en piedra y hueso…que si cuchillos de oxidiana, que si hachas talladas a golpes, que si agujas de hueso, que si rasgadores y buriles, que si peines de marfil, pero… ¿Cómo se cortaban las uñas de los pies? Las de las manos es fácil de imaginar si pensamos en el cortaúñas natural que suponen los dientes, pero si damos por hecho que no existía nada parecido a unas tijeras hace cincuenta mil años...¿Cómo leche lo hacían? Eso sí que es un misterio. A pesar de que supondría un ejercicio de contorsionismo, que hasta cierto punto podría adquirirse con entrenamiento, no logro imaginar a un neardental en esa postura y, mucho menos, cortándole las uñas de los pies a otro individuo con los dientes …que va tío…no puede ser.
Y no se queda ahí la cosa, si te paras a pensar un poquito te das cuenta de que estamos rodeados de asuntos difíciles de explicar y tremendamente desconcertantes, sino dime tú cómo descubrieron las bondades de la leche de vaca, ¿le daría a algún individuo por ir chupándole las tetas a todo tipo de bichos hasta que dio con la más nutritiva? Alguien tuvo que hacer eso el primero.
¿Y lo de la maleta con ruedas? Si ambos inventos (maleta y rueda) existían por separado desde hace miles de años, ¿por qué hasta hace poco no han confluido? ..

sábado, 23 de mayo de 2009

Mi célula idealista

Depende de cada persona, pero en general, con el tiempo, uno va curtiéndose con cierto cinismo crónico y descreído a base de vivir para ver. Sin embargo, a estas alturas, aún me sorprendo a mi mismo emocionándome ante algunas cosas; pocas, porque realmente hay pocas cosas que consigan emocionarme en estos tiempos que corren. Pero sí... a veces se me saltan las lágrimas, como a un estúpido, porque algo acaricia la minúscula molécula de esperanza que permanece escondida en alguna recóndita célula dentro de mí; justamente la que aún cree en el ser humano.
No me quiero marcar un rollo lastimero-filosófico, que va. Hablo de utopías que han sido posibles. Sus artífices son unos privilegiados que tienen motivos para creer en la utopía (ni más ni menos) y claro, el idealista que fui, ante eso, se emociona con contención vergonzosa.
En el interior de este país hay una isla, está por la zona de Sevilla y no está rodeada de agua, sino de estupidez. Es un pueblo con tres mil habitantes que se llama Marinaleda. Casi una fábula si quieres, pero palpable y real. Un lugar donde se materializan lo que a los demás nos parecen frases de pasquín, como que la vivienda no es negocio sino un derecho, el pleno empleo y que los políticos no cobren siete veces más que las personas a quienes representan. Un lugar en el que no existen las hipotecas, porque no se especula ferozmente con el terreno, sino que se municipaliza y se dan préstamos que se van abonando a razón de 15 euros al mes. Sí, y se puede hacer porque un ladrillo y una teja cuestan alrededor de treinta céntimos y tantas tejas y ladrillos no tiene una casa como para que tengas que estar toda la vida con el agua al cuello.
Marinaleda es una isla vetada a los buitres, un lugar que ha demostrado que no hay que tragar por cojones y que otros modelos son posibles, y por favor que no me vengan a hablar los analistas políticos de las circunstancias especiales que han hecho posible aquello. No me cuenten ustedes lo de la dimensión del proyecto. No señor, no hay más parámetro que el sentido común y la honestidad y ha sido el modesto poder de un simple alcalde y sus ciudadanos lo que ha hecho real la supuesta utopía, y sepan ustedes que Juanma Sánchez, alcalde de esta localidad, es reclamado a lo largo de toda la geografía peninsular para dar conferencias sobre el modelo de gestión política y económica de su corporación.
En su momento, estudié que la definición de política es el arte de hacer feliz a la gente y, ciertamente, en algunas ocasiones casi se llega a conseguir. Ya he comentado en algún lugar que, después de años estudiando historia, uno ve claro que el concepto de derecha o izquierda es pura manipulación y que por tanto no me posiciono bajo ningún signo. Me da exactamente igual cómo se autodenominen los que sean capaces de cumplir con esa definición que he apuntado, porque yo estaré con ellos, o al menos el idealista que hay en mí; ese que algún día, con un nudo en la garganta, irá a poner flores a la tumba de Salgueiro Maia o hará una pintada en las calles de Marinaleda diciendo “olé vuestros huevos”

jueves, 21 de mayo de 2009

El amor puro de Puri

Como he ganado unos kilitos y perdido forma últimamente, he decidido ir a un gimnasio para ver qué se puede hacer con este declive mío. Ha terminado de animarme un conocido que trabaja en la administración de uno de los muchos que hay en la ciudad. Hace un par de semanas me presenté allí y fue esta persona quien me abrió la ficha y me explicó un poco como funciona el tema mientras me enseñaba las instalaciones.
Aquella misma tarde empecé, haciendo un poco de ejercicios aeróbicos y de aparatos, todo suave, en plan iniciación, asesorado por mi amigo, que me iba explicando cosillas desde su puesto, detrás del mostrador, mientras atendía el teléfono y las taquillas.
En un momento dado me mira y me dice: -“oye Juanma ¿cómo puedo entrar al blog ese que me ha dicho Maroto que tienes?” Me acerqué hasta el ordenador y le abrí el sitio para volver enseguida a la cinta andadora.
Después de un rato apareció una tía buena que resultó ser la compañera que venía a sustituir al muchacho este, cuyo turno acababa justo en ese momento. Allí me quedé, después de despedirse, completando la serie de ejercicios que el monitor me había puesto para aquella sesión, y sin poder evitar que la vista se me fuera detrás de aquella escultural chica que iba y venía de acá para allá.
En un momento dado, la beldad se sentó ante la pantalla del pecé y se concentró en algo que leía o veía y que la tenía totalmente absorta. Al cambiarme de aparato tuve que pasar por detrás de ella y comprobé, con asombro, que leía en mi blog; seguramente lo había dejado abierto su compañero distraídamente y, tras echarle un vistazo, algún texto había conseguido suscitar su interés.
Pasados dos días volví. Era la hora del turno de la chica y allí estaba, enganchada con mi blog, riendo y devorando ávidamente un texto tras otro; según pude comprobar al entrar, cuando miré la pantalla y vi las letras blancas sobre este inconfundible fondo azul salpicado de circulitos de colores.
Me cambié y me puse a pedalear en una de las bicicletas estáticas que hay frente al mostrador, con lo que pude observar en todo momento su cara que, imbuida en la lectura, reía y gesticulaba. Casi podría asegurar que, en algún momento, sus ojos se humedecieron con la emoción. Era la primera vez que veía como reaccionaba alguien leyendo mis escritos. Ver esas sensaciones reflejadas en su cara era toda una experiencia increíble.
Durante todo ese rato se acercó todo tipo de gente hasta ella, interrumpiéndola, pero los miraba por un segundo para darles algo o indicarles alguna cosa y seguía inmediatamente con la lectura. Estaba tan absorta que ni siquiera la colección de niñatos musculosos, con su reclamo de atención, eran capaces de sustraerla del interior de mi mundo literario.
En esos momentos caí en la cuenta de que aquella belleza era mía de alguna manera, por encima de bíceps tres veces más voluminosos que el mío o pectorales esculpidos como coraza de romano. Y supe que el interés de Puri por mí era puro, y que es verdad eso que dicen algunas veces las mujeres de que no les importa el físico sino el interior (ya ves tú)…de todos modos, por si acaso, no me acerqué a decirle nada. ¿Para qué?
Fueron más los días que pude disfrutar contemplándola desde el banco de abdominales, feliz de poseer su mente y su corazón. En un momento dado la vi escribir un comentario y no pude resistirme a acercarme para verlo. A pesar de que procuré hacerlo con disimulo, se dio cuenta y después de mirarme con desprecio la barriga ( ni siquiera se dignó a hacerlo a la cara) me dijo: ¿necesitas algo? Yo me hice el tonto y fingí que pasaba por allí y que no la había escuchado. Me duché y corrí rápido a casa para revisar el blog. Allí estaban sus palabras, asegurando que me amaba y prometiéndome tórridas noches de pasión. Aún queda la huella de sus comentarios en el texto “cuestión de estilo” donde veréis que, por pudor, suprimí el contenido de los mismos. Entró como Candela y ciertamente encendió mi libido.
Hoy, después de debatirme en una guerra interior sobre si acercarme y reclamar o no lo que me prometía en los comentarios, se me ha hecho insoportable seguir en el gimnasio y he decidido escribir este texto para ella. Imagino su cara leyéndolo. Ya nunca serás mía Puri (así oí que la llamaban). Ya sabes a lo que me refiero.



jueves, 14 de mayo de 2009

Tres minutos de gloria

Estaba ocupado escribiendo una artículo sobre la androfobia hasta que, hace unos días, recibí un correo de cierta persona y decidí hacer esta entrada.

¿Sabéis quién es Pedro Ruy-Blas? Para quienes no lo conozcáis o simplemente no lo recordéis os apuntaré algunos datos:
Fue Judas en el musical “Jesucristo Superestar”. Su canción “A los que hirió el amor” fue número uno a mediados de los setenta. Participó en los musicales “Cats” y “Los miserables”, colaboró durante un tiempo con Paco de Lucía y, desde hace años, es una de las voces más prestigiosas del jazz, dentro y fuera de nuestro país, además de un ser tan sencillo como grande.
En su momento, hace ya algún tiempo, merced a algunos giros extraños de la vida, mantuve una curiosa amistad con él. Sin duda uno de los regalos más hermosos que me ha hecho la vida, como demuestra la fluida correspondencia epistolar que conservo en mi disco duro y que releo a veces obnubilado y feliz.
Dicen que todo el mundo tiene su minuto de gloria y yo he tenido tres y medio; justo lo que dura “algo real”. Este es uno de mis pequeños sueños cumplidos. Pedro, además de su amistad, me dejó la grabación de la interpretación de una de mis composiciones. Aquí os la muestro, presentada con un pequeño montaje que un compañero me ha hecho con unas cuantas fotos. Por cierto que en las fotos podéis verme junto a Pedro, en Madrid, en una ocasión en la que compartimos escenario para homenajear a Hilario Camacho.


miércoles, 6 de mayo de 2009

Círculos

Con el tiempo y viviendo he llegado a la conclusión de que siempre, sin excepción, los círculos deben cerrarse. Por inercia, por estética, por orden natural y siempre por una cuestión de equilibrio. Un círculo inconcluso conlleva un inquietante componente que lo obliga ineludiblemente a prolongarse hasta completar su dimensión formal. Aquello para lo que fue concebido, aunque no se sepa exactamente qué es.
Antes o después, aquí o allá, en geometría, en psicología, en geografía, en el plano personal, en el relacional e incluso en el plano afín, casi todo responde a esta necesidad.
Siempre, el final de todo camino es un estado de cansancio, satisfacción, plenitud o incluso decepción en el que, por un momento, uno se encuentra consigo mismo y tiene la sensación clara de que se cierra un círculo.
Conozco gente que inició andaduras por caminos hace mucho tiempo; andaduras que nunca llegaron a terminar por diversos motivos y viven con esa circunstancia. A menudo se metaboliza en forma de frustración más o menos evidente, más o menos soportable, pero siempre incómoda, siempre increpante, como un insulto a la cara.
El odio es un círculo inconcluso, qué duda cabe; la ira lo demuestra. La violencia abre y cierra círculos a todas horas, todos los días y en todos los niveles. Los sueños y los anhelos son, sin duda, el círculo abierto más necesario y más común y las fobias, a veces, suelen ser una interrupción abrupta mientras se completaba armónicamente.
Hay círculos grandes que ocupan años y vidas: los proyectos, las relaciones, las hipotecas, las letras mensuales, la venganza, los países, el resentimiento, la insatisfacción, la muerte y la misma vida. Pero también hay círculos pequeños y diarios que se cierran y se abren casi sin darnos cuenta; nos estresan y nos motivan, nos enferman, nos sanan, nos equilibran, nos compensan, nos regulan; una bofetada, un beso, un polvo redentor en los lavabos, un insulto, el llanto repentino, el deseo, el hastío, el no sé qué me pasa, la incertidumbre, una jaqueca, el analgésico, una ilusión tonta que enseguida se evapora, la presión, el suspiro, hoy llego tarde, tengo una excusa….
Hay quien dice que un final feliz es una historia inacabada, yo digo que es un círculo en alguna de sus fases; un humo fugaz que nos ata y nos quema.