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jueves, 17 de mayo de 2012

Y venga flamenco, muchacho

Mira, Juanma, yo he visto cosas que si te contara...bueno te puedo contar algunas, pero no doy nombres. Ya ves tú, tendría yo dieciséis añetes y ya estaba de camarero en los mejores sitios. A mí me dejaban billetes de veinte duros de propina en el bolsillo de la camisa un montón de veces a lo largo de la noche, en las partidas de cartas de los salones más selectos. Y allí he llegado yo a ver fajos y fajos de billetes encima de la mesa, y pensaba...madre mía si yo pudiera...Bueno el caso es que allí estaba la creme de la creme y te aseguro que sólo con las propinas ganaba yo más, en cuatro horas, que el resto del día detrás de la barra. Gente de pelas; uno de ellos era un abogado de Madrid que venía en helicóptero para la montería, y no sabes como corría el vicio. La primera vez que vi yo la droga fue allí, y no te hablo de simples porretes. A otros les traían las mejores nenas de Mestanza y se las ponían a cada lado de la mesa de juego y luego a la habitación y yo decía...cabrones con lo que debe costar eso. Eso sí era lujo; unos Mercedes de aquellos grandes, y unos Dodge dart que se te caía la baba. Yo les traía las barajas porque, como sabrás, no repetían dos partidas con la misma. Quinientas pelas cada una, ¡qué ya estaba bien pagada! y otras quinientas que me metían a mí en el bolsillo, mínimo cuatro partidas...una pasta que llevaba yo a mi casa cada noche de montería. Luego se bajaban al restaurante y se ponían hasta el culo del mejor vino y de las mejores raciones, y venga flamenco. Yo no tenía ni que cobrarles; yo les daba la nota para que la firmaran y luego el hotel se lo cargaba en la cuenta. Uno de ellos me firmaba justo debajo del total, sin dejar hueco y yo un día le pregunté que por qué hacía eso.

-Pues mira, chaval, prefiero darte a ti otra propina, (y en ese momento me metía otros dos billetes de veinte duros en el bolsillo) antes que dejar el hueco para que el de la oficina añada mañana tranquilamente lo que le dé la gana; para eso te lo llevas tú que estás aquí aguantándonos.
Y yo decía: sus huevos ahí.

A última hora se cruzaban a Los Velones. Eso sí que era un lugar selecto para tomarse una copa tranquilo. De hecho no todo el mundo podía entrar. Abrían el ventanuco y después de mirar te admitían o no, como en los locales de la mafia. Los vasos los fregaban y los secaban de uno en uno, y las copas te las ponían con tranquilidad, sin permitirle a nadie que metiera  prisas. Yo he visto allí nenas de esas que llevaban de gancho parta alternar con la gente esta de pasta, y stripteases y de todo...y venga flamenco; allí cantaba lo mejor de la provincia. Si yo te diera nombres...pero uno es profesional y discreto.




1 comentario:

juanma medina dijo...

Efectivamente, Antonio, todo es cierto. Yo sabía algo y de hecho algo vi en su momento. Aquello hace años que lo cerraron. Quien me ha contado esta historia es del todo fiable y estuvo allí. Observarás que he cambiado el nombre del local ya que, aunque no hacían nada ilegal, igual no es del gusto de algunas personas que alguien hable de este pasado glamouroso.