visitas desde el 23/07/2008

jueves, 6 de mayo de 2010

Desayuno sin diamantes


Recién levantado a mí no me apetece desayunar nada y como, además, aprovecho al máximo en la cama, ni siquiera me da tiempo a hacerlo; todo lo más un vaso de zumo con prisas. Pero últimamente han puesto en el trabajo una maquinita de café y chocolate. Bueno, más bien un artilugio que mezcla agua con unos polvillos de distintos colores para crear el producto solicitado. Yo he visto los intestinos del aparatito en alguna ocasión en la que han venido a reponerla. Y el caso es que no está malo el chocolatito eh.
En esos días fríos y húmedos que ha tenido este invierno, uno de los pocos alicientes que a uno lo impulsaban a seguir funcionando ha sido esa dichosa maquinita; porque así somos las personas, nos movemos con zanahorias delante del hocico, y somos perfectamente capaces de incurrir en los mayores estropicios por una simple y suculenta zanahoria. A mí me ha pasado con un cheque tentador, ante notario, en un caso de herencia fraudulenta.
A los adultos solitarios nos queda el consuelo de la tecnología y en ella delegamos, con gran error y decepción, las funciones que antaño desempeñaban las mujeres que nos cuidaban. Visto desde nuestra existencia, pasada la primera década del siglo veintiuno, parece ciencia ficción que una mujer alguna vez nos cuidara…ya ves tú. Bueno, el caso es que uno llega al trabajo, después de haber conducido detrás de tractores o con el pavimento peligrosamente mojado, con unas ganas tremendas de un Cola-Cao enguachinado y te encuentras con la triste realidad de que la maquinita está desenchufada porque a algún amante del ahorro energético se le ocurrió, a última hora, desenchufarla. Vale, no pasa nada; la enchufas de nuevo y buscando un hueco imposible vuelves, pasada media hora, a por el chocolatito. Mira tú por dónde el depósito está vacío y haciendo malabarismos lo llenas a toda prisa aguantando con un dedo la portezuela mientras, con suma dificultad, viertes el agua de una pesada garrafa difícil de manejar. Te cae medio litro en los zapatos y otro medio en la bragueta, como si no te la hubieras sacudido bien, te sacas la camisa por fuera para ocultar las vergonzosas goteras y te vas…con la única alegría de que en un rato tendrás la deseada ambrosía.
Con la excusa de ir al servicio, uno se pasa por donde la maquinita y con tremendo estupor comprueba que la muy puta te pide el precio exacto y además no acepta todo tipo de monedas. Uno se consuela pensando que es como cualquier mujer caprichosa e imposible a la que le solicitas una cita. Cómo resulta que no tengo cincuenta céntimos exactos ni monedas que, combinándolas, acepte la máquina, me voy a secretaría y después de diversos ruegos y changes consigo el cambio aceptable…con el mismo me voy, con trote cochinero, y lo introduzco ansioso por la ranurita y…una polla como una olla…la maquinita te vierte dos dedos de líquido en el vaso de plástico y hace un ruidito desconocido tras el cual se enciende un pilotito rojo y se traga las monedas. Biennnnnnnnnn….justo cuando vas a darle una patada en la raja, aparece una compañera a la que, con suma presteza y buen humor, le adviertes que la máquina se ha estropeado. Pasados unos días, un chico deja unas galletitas como pago por las molestias y otro artefacto igualito para desayunar, y uno olvida los malos momentos para empezar un nuevo idilio.

4 comentarios:

Loli dijo...

Por mucho que avance la tecnología y los hombres os empeñeis, en aras de una supuesta libertad e independencia, en refugiaros en maquinitas de todas clases y con múltiples funciones, nunca podrán sustituir las amorosas manos de una mujer, que se levanta cinco minutos antes de la cama para preparar un Cola Cao como Dios manda. Porque aunque enarbolemos la bandera de nuestra gloriosa, bien ganada y merecida igualdad e independencia.......seguimos siendo cuidadoras (por mucho que no queramos reconocerlo y mucho menos decirlo en voz alta).
Además no necesitamos que nos introduzcan la cantidad exacta en la ranura......jajajaja

juanma dijo...

¿Ah sí? pues un día de estos me vas a hacer un Cola-Cao. A ver si me entero de dónde vives...jjajaja.

puri dijo...

Muy ameno y divertido .....si señor. Para nada exagerado ni alejado de la realidad, muy familiar la escena sobretodo para los que trabajamos en sitios públicos donde existen todo tipo de máquinas expendedoras....en lo referente a la comparación entre maquinitas y mujeres pues no merece la pena perder el tiempo haciendo ni el más mínimo comentario...
por cierto como siempre cuando estás en plan divertido has conseguido que suelte una carcajada leyendo este divertido artículo....
Un saludo.

juanma dijo...

A ver puri...yo no comparo a las mujeres con la máquina, sólo me refería a las que les he solicitado alguna cita en alguna ocasión. Me alegra que te resulte divertido y espero que estés bien. Hace tiempo que no te veía por aquí. Saludos.