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domingo, 16 de mayo de 2010

Mi síndrome


He cambiado el armario y para eso he tenido que desmontar el viejo vestidor y remover todo tipo de cajones, con la consecuente limpieza que eso implica; que es justamente algo que todos tenemos pendiente por hacer y que vamos postergando para algún día, cuando se tenga tiempo.
En todo este proceso, que me ha llevado todos los ratos libres de toda una semana, - teniendo en cuenta que también iban incluidas un par de cortinas-, he descubierto, alarmado, que padezco el principio de esa enfermedad llamada Síndrome de Diógenes. Puestos a pensar, creo que no me faltan antecedentes familiares y que las evidencias apuntan a que no estoy en error.
Por si engordo, en su momento, guardé una serie de jersys agrandados por las mangas y dados de sí en los elásticos. Por si adelgazo guardé pantalones y camisetas embebidas. Por si vuelvo a usar slips (llevo años sin usarlos, desde que descubrí las bondades de llevar los atributos pendulantes) guardé hasta un modelito, de esos para las ocasiones especiales, en el que pone “nací para el amor”, el cual ha salido amarillento y se le ha deshecho la goma al estirarlo. Con los zapatos pienso algo similar y si no están agujereados o descosidos los conservo para posibles tiempos de estrecheces; que nunca se sabe lo que puede pasar. Unas bragas rojas con cierto perfume (y yo no soy fetichista); creo que son los restos de aquella temporada en la que me dio por pedírselas a las tías buenas que pasaban por mi cuarto. Ná…una tontería de esas que uno hace después de ver nueve semanas y media, o te sientes correspondido en uno de esos periodos en los que el sexo cobra una dimensión existencial. Luego, en una de estas, me encuentro con todo ello y todavía me da no sé qué tirar todo eso.
He observado que cuanto más emparanoiado estoy en el trabajo y más inseguro me siento, más carpetas, más documentos y más chominás llevo en la maletita; hasta un juego entero de bolígrafos, y mira que me los proporcionan gratis con sólo entrar a secretaría. Tal vez sea esto consecuncia de cierta inseguridad vital. En cualquier caso, y cuando menos, un adiccito a guardar chorraditas si que soy, pero si nos quitan las pensiones, llegado el momento, seré un viejete bien pertrechado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Si Juanma, a veces todos padecemos el síndrome ese tan rarito, en cada rincón de nuestra casa hay algo que no debería de estar... pantalones por si vamos al campo... zapatillas por si vuelve la moda.. zapatos que ahora no se llevan pero puede volver la moda... vestidos, etc.
En fin, que te habrá costado un monton deshacerte de algunas cosillas que ya no sirven, como por ejemplo ropa, lencería, zapatos, pero siempre es bueno dejar hueco por si volvemos a ocuparlo con lo que ahora estamos usando y después nos desharemos de ello.
Menos mal que no te ha dado por recopilar todo aquello que los demás no quieren.

Antonio S.A dijo...

¡Ah!, ¿Pero esto no lo hace todo el mundo?. Quitando sentimentalismos hacia los objetos (yo tengo mucho de eso) yo creo que si uno tiene MUCHO dinero, no te importa tirar lo que sea a las primeras de cambio, pero si no es así, no vas a gastar más dinero en algo que casi acabas de tirar casi en perfectas condiciones, de ahí el guardarlo por si, por si, por si......aunque realmente sabes que nunca más lo vas a usar.

juanma dijo...

Pues yo no tengo mas espacio. ¿Os interesan una mesa de televión y un taca taca?

puri dijo...

Bueno y qué me contais si cuando al fin hemos decidido tirar lo que llevamos años guardando por si, por si, por si.........y de hecho lo tiramos .........sucede que justo al año siguiente se vuelve a poner de moda eh???...y ves esos pantalones que guardaste durante 5 años y que tiraste ahora te cuestan un dineral jajajaja...
Un saludo.