visitas desde el 23/07/2008

domingo, 6 de enero de 2013

Una china en una boutique

Ya lo había observado en otra ocasión, pero esta vez me ha llamado la atención por lo evidente del asunto. Una china en una boutique de marca mirando ropa a destajo. Por favor que clientela más exigente, piensa uno en un primer momento cuando la ves escrutando, detalle por detalle, las prendas a una velocidad vertiginosa, sin pausa y sin dejar nada atrás; las etiquetas, las costuras, la textura, los bordados, los bolsillos...es que no se le escapaba nada, un trabajo de chinos oye, y al final se va sin comprar nada. Supongo que en una boutique menos concurrida o a una hora menos visitada, los mismos dependientes harían algo ante la evidencia de esas escuálidas ojeadoras asiáticas que después van a imitar la prenda en una versión de entre tres y cinco euros.
Pasado el momento divertido de la escena, uno reflexiona con la Lola, que lo estaba observando también y cae en la cuenta de varias cosas. En primer lugar, y puestos a pensar, ¿qué me importa a mí que le copien la colección a un diseñador que vive en una mansión y que goza de prestigio vendiendo prendas a precios imposibles? Como muchos españoles, yo también visito las tiendas de ropa de chinos y, a pesar del reparo que me da el olor a plastiqueo y falsificación, me siento atraído por los precios razonables y asequibles. Joder ¿es que sólo los chinos tienen sentido común últimamente? Lo malo es que junto con los precios que nuestra economía en crisis agradece, sin darnos cuenta, están importándonos pobreza y falta de derechos. Un círculo vicioso imposible de reconducir. Se me ocurre que cada vez que un chino entre en una boutique reciba un trato personalizado de todo el personal ofreciendo ayuda y asesoramiento agobiante para agobiar a los ojeadores de una forma cortés para dificultarles de alguna manera este descaro, pero ¿de veras es mejor para mí?



No hay comentarios: