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domingo, 29 de marzo de 2009

Mi pequeño Saltamontes

Mi pequeño Saltamontes, es el momento de elevar tu alma y abrir los ojos de tu mente con nuevas enseñanzas al despuntar este nuevo día. Has de saber que muchas verdades irrefutables encierran grandes contradicciones que enturbian su pureza.
Para ilustrar lo que digo te obsequiaré con algunos ejemplos representativos de como el ser humano convive ciegamente con paradojas mil y con prejuicios que nublan su mente hasta impedirle ver con claridad.
Mi pequeño saltamontes, ¿sabías que allá, por las lejanas tierras de Iberia, causa repugnancia la imagen de un chino comiendo saltamontes a la barbacoa o sopa de serpiente? Los españoles ponen toda clase de gestos raros cuando ven en televisión algún documental sobre nuestras costumbres culinarias y, mientras tanto, se llevan a la boca una taza entera de mucosidades viscosas que ensartan con palillos de dientes después de extraerlas de su concha. Y eso por no hablarte de los chorreones de caldo que recorren sus antebrazos una vez terminada esta desconcertante práctica de comer caracoles.
Mi pequeño Saltamontes, también he de hablarte, en esta ocasión, de cómo muchos creyentes de la religión que profesan mayoritariamente por aquellas latitudes europeas, ven como bárbaras, ridículas y atrasadas algunas de las costumbres de las culturas vecinas y sin embargo están familiarizados con la visión de rodillas ensangrentadas y destrozadas después de subir intrincadas calzadas de piedra, movidos por una promesa. Los hay que laceran sus carnes con cilicios y fustas y veras, mi pequeño saltamontes, que curiosamente, esos suelen ser los más críticos e intolerantes para con otras formas de pensar.
Pero también descubrirás que detrás de las grandes personalidades que forjaron la cultura del sol poniente existen no menos caras oscuras. Uno de sus grandes científicos y amante de la paz, un tal Einstein, hoy pasaría por maltratador psicológico, según se desprende de una carta suya que se conserva, en la que imponía humillantes condiciones a su mujer para vivir con él. Mi pequeño saltamontes, incluso uno de los grandes de la poesía francesa de todos los tiempos, Françoise Villon, era un reconocido asesino y ladrón, sin que esto impidiera que produjese las más bellas odas al amor y a la justicia social.
También es costumbre por allí despreciar a otras civilizaciones, y prueba de ello es la gran ignorancia que demuestran al asegurar que la pasta es italiana, cuando en realidad todos sabemos que la llevó hasta allí Marco Polo, después de un viaje por nuestras tierras.
No menos curiosa es la gran veneración que tienen a un tal Davinci; sabio del renacimiento que diseñó todo tipo de armatostes que no andaban ni a empujones, como bien han demostrado las numerosas reproducciones de los mismos. Como ideas no estaban nada mal, pero que se sepa sólo consiguió hacer funcionar un león de madera al que daba cuerda para que caminara unos cuantos pasos y se encabritara.
Un mecanismo de lo más primitivo y tosco comparado con los prodigios que, trescientos años antes, puso en funcionamiento Al Yasari. Te hablo de sofisticadísimos y enormes relojes de agua que anunciaban las horas y sus fracciones mediante grupos de autómatas, tan complejos y articulados que incluso tocaban, de forma real, melodías en una flauta. Y Leonardo sin saberlo, pero es que quinientos años después siguen sin saberlo por allí.
Bueno, pequeño saltamontes, ahora toca hacer kung fu y después barres el Lian Shan Po, que mañana te contaré algunas cosillas más.


lunes, 23 de marzo de 2009

De todo corazón

Un simple quiste de grasa en el dorso de mi mano ha cambiado mi vida considerablemente. El cirujano me lo ha intervenido, pero me ha provocado un pinzamiento perenne en los nervios del dedo corazón, de manera que me resulta imposible flexionar las falanges del mismo. Pronto tomé conciencia, gracias a esta circunstancia, de que algunas de las cosas más escatológicas, mas deliciosas y más interesantes de la vida se realizan con el corazón o requieren de su participación. Imagínate la amplia gama de acciones posibles, desde todo lo referente a hurgar y hurgarse hasta pulsar botones, pasando por señalar y friccionar. Toda una variedad si lo piensas.
Si procuro permanecer con la mano abierta pasa desapercibido, pero realmente existen pocas cosas que se hagan así además de saludar, decir adiós o pedir algo...bueno acariciar podría también ser una de ellas. El caso es que en seguida me percaté de que, aún conociendo la circunstancia, muchas mujeres de mi entorno y algunos hombres no pueden evitar sentirse intimidados ante la visión de esta continua erección dactilar; lo noto en una especie de estremecimiento inevitable y sutil que siempre repiten cuando se cruzan conmigo.
Al principio, esta situación me procuró no pocos momentos incómodos en los que tuve que dar explicaciones. En el restaurante al que suelo ir a almorzar todo eran caras raras; piensa en la estupefacción de aquellos que me veían comer haciéndoles “la peseta” cada vez que me llevaba la cuchara a la boca. Imagina también la confusión que generaba mi dedo en los pubs cuando levantaba el vaso para beber y por supuesto, la de pitorradas que me han dedicado muchos de los coches que me encuentro de frente por la carretera.
Poco después aprendí a adoptar elaboradas estrategias de disimulo y a incorporar en mis decisiones cotidianas todo tipo de precauciones, tales como elegir mesas de cara a la pared en los comedores, o acostumbrarme a evolucionar toda la noche en los pubs con la mano afectada metida en el bolsillo. Esto último me valió el sobrenombre de “tocateloshuevos”, pero me consta que marqué estilo eh.
En estas andaba yo, desesperado, cuando tomé la decisión drástica de amputarme el dedo. La idea me la dio un documental que vi, en el canal Historia, de un grupo de chinos haciéndolo con una pequeña guillotina casera, en protesta por la visita de no sé qué mandarín japonés.
La verdad es que parecía fácil y rápido, pero ocurrieron una serie de sucesos que me hicieron cambiar de idea. Pensándolo mejor, esta misma circunstancia de la inmovilidad me abrió todo un mundo de posibilidades, antes impensables, que estaban resultando de lo más excitantes. Ahora podía levantarle el dedo al jefe sin el más mínimo temor a expedientes disciplinarios; eso habría sido acoso a un minusválido. Ahora podía decir mentalmente “toma cabrón” y mostrarle la mano al guaperas de Martos por el que pierde las bragas mi novia cuarentona, sin temor a quedarme sin sexo, e incluso hacerle “la peseta” a ella, a la vecina, a la coordinadora de planta, a la secretaria, y al picoleto que me para...y todo ello... de todo corazón.

viernes, 13 de marzo de 2009

¿Sabes lo que es un Rods?

Pues, según parece, no es un estilo musical ni una marca de vaqueros, que son unos bichitos que viajan tan deprisa que el ojo humano es incapaz de captarlos. Se sabe que los gorilas pueden verlos, pero en lo tocante a humanos, jamás sabríamos de su existencia de no ser por las cámaras de video y la posibilidad de visionar las imágenes ralentizadas. Me recuerda una película que vi sobre las hadas, pero en ese caso, para verlas, había que ponerse muy colgado ingiriendo una flor.
A simple vista pudiera parecer una fluctuación de la imagen que pasa totalmente desapercibida, pero después de concienzudas observaciones sobre material digital y de un número que supera la simple casualidad, la tecnología ha permitido que podamos ver su aspecto. Se trata de una silueta en forma de palo y cuatro aletas que apenas aparece en tres o cuatro fotogramas congelados.
Claro, lo confuso es el tamaño porque, según se puedan tomar unas referencias u otras, pueden tener desde escasos centímetros hasta metros. Aparecen al lado de aviones, junto a paracaidistas en pleno vuelo o al lado de una señora comprando melones. El pentágono ha confiscado y clasificado videos de rods y, sin embargo, por internet puedes verlos de todas las maneras.
Hay todo tipo de teorías; desde la que asegura que es una aberración de la cámara cuando pasa desenfocada una polilla a toda hostia, cerca de la lente, hasta la que asegura que son entes que irrumpen momentáneamente desde otra dimensión.
Hoy, en el curre, a la hora del café, alguien ha sacado el tema y ha habido todo tipo de comentarios, desde los más filosóficos hasta el de quien, aterrada, asegura comprender, ahora, por qué nunca logra ver a los culpables de unas picaduras muy desagradables que a veces padece.
Un compañero asegura que su hijo tiene un Rods en un bote; no sabía que se llamaba así pero dice que responde a esa forma. Otro comenta que, muchas veces, cuando limpia el frontal del coche, despega muchos de esos bichitos junto con mosquitos y demás insectos inclasificables desde su conocimiento…ya ves, y algunos científicos probando, en un túnel de viento, la aerodinámica del diseño con maquetas de reproducciones a escala…Mañana saco el tema del Ligre…a ver que opinan.