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lunes, 23 de marzo de 2009

De todo corazón

Un simple quiste de grasa en el dorso de mi mano ha cambiado mi vida considerablemente. El cirujano me lo ha intervenido, pero me ha provocado un pinzamiento perenne en los nervios del dedo corazón, de manera que me resulta imposible flexionar las falanges del mismo. Pronto tomé conciencia, gracias a esta circunstancia, de que algunas de las cosas más escatológicas, mas deliciosas y más interesantes de la vida se realizan con el corazón o requieren de su participación. Imagínate la amplia gama de acciones posibles, desde todo lo referente a hurgar y hurgarse hasta pulsar botones, pasando por señalar y friccionar. Toda una variedad si lo piensas.
Si procuro permanecer con la mano abierta pasa desapercibido, pero realmente existen pocas cosas que se hagan así además de saludar, decir adiós o pedir algo...bueno acariciar podría también ser una de ellas. El caso es que en seguida me percaté de que, aún conociendo la circunstancia, muchas mujeres de mi entorno y algunos hombres no pueden evitar sentirse intimidados ante la visión de esta continua erección dactilar; lo noto en una especie de estremecimiento inevitable y sutil que siempre repiten cuando se cruzan conmigo.
Al principio, esta situación me procuró no pocos momentos incómodos en los que tuve que dar explicaciones. En el restaurante al que suelo ir a almorzar todo eran caras raras; piensa en la estupefacción de aquellos que me veían comer haciéndoles “la peseta” cada vez que me llevaba la cuchara a la boca. Imagina también la confusión que generaba mi dedo en los pubs cuando levantaba el vaso para beber y por supuesto, la de pitorradas que me han dedicado muchos de los coches que me encuentro de frente por la carretera.
Poco después aprendí a adoptar elaboradas estrategias de disimulo y a incorporar en mis decisiones cotidianas todo tipo de precauciones, tales como elegir mesas de cara a la pared en los comedores, o acostumbrarme a evolucionar toda la noche en los pubs con la mano afectada metida en el bolsillo. Esto último me valió el sobrenombre de “tocateloshuevos”, pero me consta que marqué estilo eh.
En estas andaba yo, desesperado, cuando tomé la decisión drástica de amputarme el dedo. La idea me la dio un documental que vi, en el canal Historia, de un grupo de chinos haciéndolo con una pequeña guillotina casera, en protesta por la visita de no sé qué mandarín japonés.
La verdad es que parecía fácil y rápido, pero ocurrieron una serie de sucesos que me hicieron cambiar de idea. Pensándolo mejor, esta misma circunstancia de la inmovilidad me abrió todo un mundo de posibilidades, antes impensables, que estaban resultando de lo más excitantes. Ahora podía levantarle el dedo al jefe sin el más mínimo temor a expedientes disciplinarios; eso habría sido acoso a un minusválido. Ahora podía decir mentalmente “toma cabrón” y mostrarle la mano al guaperas de Martos por el que pierde las bragas mi novia cuarentona, sin temor a quedarme sin sexo, e incluso hacerle “la peseta” a ella, a la vecina, a la coordinadora de planta, a la secretaria, y al picoleto que me para...y todo ello... de todo corazón.

2 comentarios:

Maria Jose dijo...

De todo corazón es el espíritu de supervivencia, cuando te sorprende una desgracia y ves como te cambia la vida, o lo aceptas o intentas erradicar el problema a veces de la forma más drástica, aunque el remedio sea peor que la enfermedad en si, seguidamente terminas por aceptar tu situación y si te lo montas bien incluso puedes llegar a sacarle provecho, pero puede ser mas gratificante utilizarlo para acariciar que para ir haciendo la peseta por ahí, no crees?? Juanma

juanma medina dijo...

Visto así, evidentemente, puede ser un texto bastante alegórico. Gracias por tu visita María José.