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jueves, 27 de mayo de 2010

Huelga...¿para qué?


Cuando los trabajadores, en el siglo XIX no tenían nada que perder, porque nada tenían salvo hambre y pobreza sempiterna, lo único que podían arriesgar era su vida y de hecho la perdían a veces en las huelgas. Basta con pensar en los mineros de Asturias ( a quienes masacró el abuelo de Zapatero) o en el año de los tiros en las Minas de Ríotinto.
Hoy tenemos hipotecas, aburguesamiento, ordenadores, niños competitivos y tiranos y una vida medio digna y cobarde que no estamos dispuestos a alterar lo más mínimo. Nos piden huelga unos sindicatos que nos desconciertan porque están subvencionados por el mismo gobierno ante el que van a levantarse. Huelga de un día que por supuesto nos van a descontar del sueldo, pero además de empobrecernos más y que en Moncloa se la pasen por la entrepierna…¿para qué? ¿Para que Zp tenga una partidita más que despilfarrar en subvenciones a una ONG de Nicaragua?…por ejemplo, mientras aquí la gente está pasándolo mal. Realmente a él le interesaría que hubiera una huelga por mes.
Nunca he negado mi animadversión hacia el personaje de zapatitos (y yo ni pepé ni pipí, ni pesoe ni peseta), pero desde el primer momento que lo vi y lo oí me causó miedo e inquietud. Hoy ha demostrado ser el peor gobernante que ha habido en este país desde Fernando VII el felón (asesinos aparte).
Jamás he usado este blog para hacer propaganda política ni pienso hacerlo, pero no puedo sustraerme a la indignación que siento y sé que este blog lo frecuenta, al menos, una persona que es incondicional del señor retrasadito mental ese. Te pido que por esta vez te abstengas de opinar y respetes la seriedad del tema.
Europa no nos hubiera dado un espaldarazo por haber parado esta barbarie. Europa sólo pidió medidas …pero no así. De no ser por la actitud ( que me resisto a calificar) del grupo catalán que pide su dimisión a la vez que permite (a sabiendas de lo que hace) que prosperen los despropósitos con la abstención…habrían tenido que diseñar otro modelo en un par de semanas…que es lo que han tardado en diseñar estos recortes…y punto. No hay más precipicio que el que ya vemos ante nosotros.
En un país en el que un limón cuesta 120 de las antiguas pesetas ( ve al Mercadona y pésalo si no me crees) hay miles de cosas que recortar antes que la mísera pensión de un anciano…
En fin que yo huelga…ni hablar ¿para qué?
Manifestaciones multitudinarias en horas no lectivas exigiendo elecciones anticipadas yaaaaaaaaaaaaaa, a eso sí me apunto.

domingo, 16 de mayo de 2010

Mi síndrome


He cambiado el armario y para eso he tenido que desmontar el viejo vestidor y remover todo tipo de cajones, con la consecuente limpieza que eso implica; que es justamente algo que todos tenemos pendiente por hacer y que vamos postergando para algún día, cuando se tenga tiempo.
En todo este proceso, que me ha llevado todos los ratos libres de toda una semana, - teniendo en cuenta que también iban incluidas un par de cortinas-, he descubierto, alarmado, que padezco el principio de esa enfermedad llamada Síndrome de Diógenes. Puestos a pensar, creo que no me faltan antecedentes familiares y que las evidencias apuntan a que no estoy en error.
Por si engordo, en su momento, guardé una serie de jersys agrandados por las mangas y dados de sí en los elásticos. Por si adelgazo guardé pantalones y camisetas embebidas. Por si vuelvo a usar slips (llevo años sin usarlos, desde que descubrí las bondades de llevar los atributos pendulantes) guardé hasta un modelito, de esos para las ocasiones especiales, en el que pone “nací para el amor”, el cual ha salido amarillento y se le ha deshecho la goma al estirarlo. Con los zapatos pienso algo similar y si no están agujereados o descosidos los conservo para posibles tiempos de estrecheces; que nunca se sabe lo que puede pasar. Unas bragas rojas con cierto perfume (y yo no soy fetichista); creo que son los restos de aquella temporada en la que me dio por pedírselas a las tías buenas que pasaban por mi cuarto. Ná…una tontería de esas que uno hace después de ver nueve semanas y media, o te sientes correspondido en uno de esos periodos en los que el sexo cobra una dimensión existencial. Luego, en una de estas, me encuentro con todo ello y todavía me da no sé qué tirar todo eso.
He observado que cuanto más emparanoiado estoy en el trabajo y más inseguro me siento, más carpetas, más documentos y más chominás llevo en la maletita; hasta un juego entero de bolígrafos, y mira que me los proporcionan gratis con sólo entrar a secretaría. Tal vez sea esto consecuncia de cierta inseguridad vital. En cualquier caso, y cuando menos, un adiccito a guardar chorraditas si que soy, pero si nos quitan las pensiones, llegado el momento, seré un viejete bien pertrechado.

jueves, 6 de mayo de 2010

Desayuno sin diamantes


Recién levantado a mí no me apetece desayunar nada y como, además, aprovecho al máximo en la cama, ni siquiera me da tiempo a hacerlo; todo lo más un vaso de zumo con prisas. Pero últimamente han puesto en el trabajo una maquinita de café y chocolate. Bueno, más bien un artilugio que mezcla agua con unos polvillos de distintos colores para crear el producto solicitado. Yo he visto los intestinos del aparatito en alguna ocasión en la que han venido a reponerla. Y el caso es que no está malo el chocolatito eh.
En esos días fríos y húmedos que ha tenido este invierno, uno de los pocos alicientes que a uno lo impulsaban a seguir funcionando ha sido esa dichosa maquinita; porque así somos las personas, nos movemos con zanahorias delante del hocico, y somos perfectamente capaces de incurrir en los mayores estropicios por una simple y suculenta zanahoria. A mí me ha pasado con un cheque tentador, ante notario, en un caso de herencia fraudulenta.
A los adultos solitarios nos queda el consuelo de la tecnología y en ella delegamos, con gran error y decepción, las funciones que antaño desempeñaban las mujeres que nos cuidaban. Visto desde nuestra existencia, pasada la primera década del siglo veintiuno, parece ciencia ficción que una mujer alguna vez nos cuidara…ya ves tú. Bueno, el caso es que uno llega al trabajo, después de haber conducido detrás de tractores o con el pavimento peligrosamente mojado, con unas ganas tremendas de un Cola-Cao enguachinado y te encuentras con la triste realidad de que la maquinita está desenchufada porque a algún amante del ahorro energético se le ocurrió, a última hora, desenchufarla. Vale, no pasa nada; la enchufas de nuevo y buscando un hueco imposible vuelves, pasada media hora, a por el chocolatito. Mira tú por dónde el depósito está vacío y haciendo malabarismos lo llenas a toda prisa aguantando con un dedo la portezuela mientras, con suma dificultad, viertes el agua de una pesada garrafa difícil de manejar. Te cae medio litro en los zapatos y otro medio en la bragueta, como si no te la hubieras sacudido bien, te sacas la camisa por fuera para ocultar las vergonzosas goteras y te vas…con la única alegría de que en un rato tendrás la deseada ambrosía.
Con la excusa de ir al servicio, uno se pasa por donde la maquinita y con tremendo estupor comprueba que la muy puta te pide el precio exacto y además no acepta todo tipo de monedas. Uno se consuela pensando que es como cualquier mujer caprichosa e imposible a la que le solicitas una cita. Cómo resulta que no tengo cincuenta céntimos exactos ni monedas que, combinándolas, acepte la máquina, me voy a secretaría y después de diversos ruegos y changes consigo el cambio aceptable…con el mismo me voy, con trote cochinero, y lo introduzco ansioso por la ranurita y…una polla como una olla…la maquinita te vierte dos dedos de líquido en el vaso de plástico y hace un ruidito desconocido tras el cual se enciende un pilotito rojo y se traga las monedas. Biennnnnnnnnn….justo cuando vas a darle una patada en la raja, aparece una compañera a la que, con suma presteza y buen humor, le adviertes que la máquina se ha estropeado. Pasados unos días, un chico deja unas galletitas como pago por las molestias y otro artefacto igualito para desayunar, y uno olvida los malos momentos para empezar un nuevo idilio.