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lunes, 29 de marzo de 2010

Frases


Supongo que todos tenemos una frase que nos ha sido útil en alguna ocasión bien sea a modo de máxima, de bálsamo o de tabla de salvamento. Yo tengo mi propia colección y me ha acompañado y sido útil a lo largo de mi vida de una manera u otra. En mi caso, que no soy aficionado a leer poesía, filosofía o correos de internet, se trata de trozos de canciones. Ahí van algunas de ellas:
.Sólo el amor convierte en milagro el barro. (Silvio Rodriguez)
.Que dignidad tan grande es creer tanto en la vida con sólo ver una flor brotando entre las ruinas. (Rally Barrionuevo).
.Y reír y reír y reír, madrugadas sin ir a dormir, es distinto sin ti. (Silvio)
.¿A dónde van las palabras que no se quedaron, a dónde van las miradas que un día partieron?, ¿acaso flotan eternas como prisioneras de un ventarrón? ¿acaso vuelven a ser algo? ¿Acaso se van?, ¿ a dónde van? (Silvio)
.Lo que iba a ser y la mierda que ha sido. (Sabina)
.Me cago en el amor. (Tonino Caretone)
.Querida prima, he de volver por lo que me dejé en tu piel (Roque Narvaja).
.¿Amigos para qué? Maldita sea, yo a un amigo lo perdono, pero a ti te amo. (Jean Luca Grinniani.)
.…sin poder conocer eso que llaman amor para vivir (Pablo Milanés).
.El peso del mundo es amor, bajo un caos de soledad, bajo un caos de insatisfacción…el peso que llevamos es amor.(Hilario Camacho…bastante fumadete evidentemente).
.La lluvia es vertical, no tengo ninguna objeción, sólo que algunas veces puede sentarme mal, que elijas un diluvio para dejarme atrás. (Javier Batanero)
.Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio (No me gusta Serrat, pero la frasecita se las trae).
.¿Ustedes me han mirado? Pedirle a ese bombón que me quisiera ¿no les parece que era pedirle demasiado?

domingo, 21 de marzo de 2010

El código Ximena

Ultimamente estoy trabajando en un manuscrito del siglo XVII de un historiador llamado Martín Ximena Jurado.
Desde el principio me llamó la atención una peculiaridad a lo largo de muchas de sus páginas, y no es otra que el hecho de que a la hora de dar fechas lo hace tomando como referencia, simultáneamente, los calendarios Juliano y Gregoriano. Es decir: en el momento de datar un suceso, como el caso de la pérdida del castillo de Gibraltar, por ejemplo, lo hace dando dos fechas. En este caso el año 1333 y el año 1371 de la era de César. Y esto se repite a lo largo de muchos sucesos.
Es inevitable hacer el cálculo mental y darse cuenta de que la diferencia entre una fecha y otra es justo de 38 años. Basta con saber que el calendario Juliano se implantó en el año 46 antes de Cristo y que el Gregoriano actual entró en vigor en 1588 para descubrir que ocurre algo raro. Si distan 46 años desde la implantación del Juliano hasta el nacimiento de Cristo ¿Por qué la diferencia es de 38? ¿Qué ha ocurrido con los ocho años restantes?
Alguien tan docto en historia antigua como Martín Ximena, que manejaba a diario los dos calendarios en su trabajo, no podía ignorar algo así, de manera que las preguntas que surgen son: en vista de que el libro fue empezado a escribir sólo 33 años después de la implantación del calendario Gregoriano ¿usaba el historiador el calendario anterior por inercia? ¿Se dio cuenta del error evidente que se deduce en cuanto al año del nacimiento de Cristo? ¿Cómo sacerdote que era o como persona que vivía en pleno auge de la inquisición no pudo o no quiso decir nada al respecto? ¿Daba las fechas con los dos calendarios por un simple motivo de rigurosidad o pretendía llamarnos la atención sobre el error? ¿lo aceptó de forma natural al igual que la sociedad de la época sin rechistar?
Desde hace tiempo muchos estudiosos aseguran abiertamente que Jesucristo realmente nació entre seis y ocho años antes de lo estipulado, como bien demuestra este autor. ¿Lo sabía Martín Ximena y quiso expresarlo soterradamente a modo de código Xímena?